Mi particular Navidad

libro navideño 2ºentrada

Navidad es Navidad. Esa palabra que dice todo y nada. Que consigue adeptos y detractores a partes iguales. Que no deja indiferente a nadie.

He oído decir miles de veces que cuanto más tiempo pasa y más mayor uno se hace disfruta menos con esta época del año.

Yo, personalmente me niego a creerlo. Sí, sé que la nostalgia de los que ya no están nos persigue incluso más en estas fechas. Que nos vemos invadidos de pronto por villancicos, música angelical, actos de bondad carentes durante el resto del año y miles de parafernalias más. Pero estas fechas son mucho más que todo eso.

Para mí la navidad es toda la familia alrededor de la mesa, los besos y abrazos que recibimos. Las conversaciones sin prisa, las sonrisas y los gestos afables que nos intercambiamos, ese continuo ir y venir.

La navidad es la ilusión con la que se preparan los festejos que celebramos, las horas en la cocina adecentando los platos que presentaremos en la mesa. Las ganas de dejar las cosas tal y como esperamos.

Cuando pienso en todas y cada uno de mis navidades pasadas involuntariamente me invade el reconfortante olor a leña, las alcachofas torradas ya tan tradicionales en mi familia y el sabor auténtico de las castañas asadas.

Escucho las carcajadas de todos a los que quiero, vuelvo a revivir cada uno de los momentos que tuvimos, que fueron tan nuestros.

Parece que a la mayoría de nosotros se nos pasa brevemente la vergüenza y exteriorizamos nuestra parte más divertida, quizá motivados por esa misma esencia de celebración.

Otros en cambió continúan con las nostalgias de siempre, con las mismas frases de años anteriores, “quizá sea mi última navidad” o “esperemos que como mínimo sigamos igual”, a pesar de las repetitivas expresiones que persisten a las inclemencias del tiempo, ten por seguro, que el día que no se digan, las echarás enormemente en falta.

mesa navideña 2ºentrada

La navidad es la ilusión y la magia que la envuelve. Ese halo de misterio y magnetismo que desprende por cada uno de sus poros. Esa quimera que renace de nuestra parte más oculta, con la esperanza de que aquello que pretendemos ignorar resulte al final innegable.

Alguna vez la tuvimos, esa ilusión, digo. Cuando creíamos en regordetes señores vestidos de rojo o en el encanto que desprendían esos tres reyes magos.

Admiro la capacidad de admirarse, a pesar de los años. Por eso te pido que no abandones la fe, que la esperanza es lo último que se pierde y que cuando menos te lo esperes “ocurrirá”.

Yo mientras tanto seguiré a lo mío, esperaré impaciente su llegada. Con los ojos fuertemente cerrados, para que la magia y con ella todo en lo que creo, no desaparezca.

Nos leemos pronto. Felices Fiestas.