El “pero” es la palabra más puta que conozco. “Te quiero, pero…”; “Podría ser, pero…”; “No es grave, pero…”. ¿Se da cuenta? Una palabra de mierda que sirve para dinamitar lo que era, o lo que podría haber sido, pero no es.
Ernesto Sacheri. El secreto de sus ojos.
El “pero” siempre cambió algo. Destrozó miles de momentos que volaron para no volver. Siempre hubo algo en la palabra que me produjo rechazó. Se utiliza para enmarcar o suavizar una realidad, y eso es lo que me enfada, lo que me produce pavor y hastío. Cuando alguien quiere decir algo prefiero que lo diga sin más, sin rodeos, sin camuflar el verdadero fin del mensaje.
Estamos demasiado preparados y concienciados a ser políticamente correctos. A decir aquello que el otro necesita escuchar, y es cierto que la empatía es completamente necesaria para las relaciones humanas, pero dependiendo del contexto y, del momento. No sé vosotros, pero yo agradezco infinitamente cuando alguien me mira a los ojos y con toda la sinceridad que es capaz de sentir me dice lo que piensa o siente, así, sin florituras.
No hablo de ser terco, ni maleducado, hablo de no tener que justificar cada sentimiento. De soltarlo libre y voluntariamente, sin peros, sin porqués. A veces esa justificación encuentra amparo en la culpabilidad, en la necesidad de excusarse, de explicarse, de intentar hacer ver al otro aquello que uno ve o siente.
<<Te quiero>> Sin más, sin explicación, sin coletilla. Y, es obvio, y queda ya implícito que habrán millones de razones tras esas palabras. Pero yo, con toda mi determinación, con mi autenticidad, con la honradez y la vulnerabilidad que ese “te quiero» produce, lo pongo en tus manos. Y, posiblemente, ese sea el sentimiento más puro y sincero que existe, aquel en el que la explicación queda fuera de lugar.
El “pero” deja posibilidad en el aire. Y, a veces, la conclusión es tan necesaria como respirar. Esa maldita palabra deja inconcluso un hecho, una situación, un afecto, un pesar. Nos deja inacabados inclusive a nosotros mismos. Y siempre resulta necesario avanzar, cerrar una etapa para poder continuar.
El “pero” masacra todo lo dicho con anterioridad. Automáticamente anula cualquier tipo de sentimiento creado en el receptor desde el inicio de la frase hasta la maldita palabra. Y eso no gusta. Entorpece cualquier tipo de relación humana. La extermina hasta no dejar ni rastro de todo lo mencionado.
Mírame a la cara y dime lo que sientes. Que las dudas resbalan por las palmas de las manos si las unimos. Que no existe miedo contigo, que la vida es inestable y tú el motivo que sostendrá mis pilares. Embárcate en la aventura más alucinante de tu vida. Sin amarrar excusas. Apostemos por un “All-in” sin cartas, a lo loco, sin ataduras, o todo o nada. Que determinadas cosas funcionan así. O apuestas o te lo pierdes.
Mírame y dime que serás capaz de sobrevivir sin mí. Que podrás vivir anclado en temores irracionales. Que lo imposible es “posible” si eliminas el IM, así de simple, de sencillo. Las dificultades las crean tus ojos juiciosos. Desátate el velo que nubla la mirada. Sé capaz de visualizar todo cuanto te pido. Que el amor es saltar al vacío.
Mañana será demasiado tarde, existirán demasiados “peros”. Hoy estoy aquí, ahora, desnudando mi alma. Pidiéndote y amándote a gritos. Que en la oscuridad de la noche lo veo, incluso en tinieblas lo siento. La luz existe contigo. Permíteme vivirlo. Permítetelo a ti mismo.