Sentir y hacer sentir

Nos definimos más por lo que hacemos que por lo que pensamos o decimos. Pocas veces recordamos las palabras de otros, que también. Hay determinadas ocasiones en las que una palabra dicha en el momento oportuno, trastoca la vida de uno por completo. Puede llegar a ser el eslabón que faltaba para coger el impulso necesario para saltar allá donde se quiera. Puede ser también el aviso indispensable para un punto y final. Para cortar las alas o reconstruirlas tan rápido como sea posible. Puede llegar a ser incluso el comienzo de una gran amistad o romper por completo años y años de confianza, de lealtad.

niño globos

Una palabra en sí no dice nada, pero en determinado contexto, momento o situación puede decirlo todo. Puede cambiar puntos de vista e incluso romper lazos que parecían indestructibles. El poder en un par de sílabas, en una frase escueta o parrafadas de líneas.

Estaba pensando el otro día en ello. En como un impulso desafortunado puede derivar en montones de palabras superpuestas una encima de la otra, como si hubieran sido escupidas de golpe, y terminar siendo el mayor desastre jamás acontecido. Puede terminar en charcos de sangre y mucho peor, hiriendo un corazón.

Si antes he dicho que nos definimos más por lo que hacemos lo retiro. Firmo aquí mismo mi renuncia a esas palabras, que conste en acta. CREO y ahora sí, que nos definimos por lo que hacemos sentir a OTROS.  Y eso, indiscutiblemente acompaña a la palabra y al hecho. Siempre recordaremos que “fulanito o menganito” nos hizo sentir tal o cual cosa. Al igual que otros nos recordarán por lo mismo. Por haberles hecho reír, llorar, pensar. Haberles hecho sentir a gusto, sentirse en casa, arropados, cobijados de la jauría. Haber sido capaces de crear en otro sensaciones, emociones que florecen de los poros de la piel, que se perciben con sólo tocarse.

Que son tan tangibles como invisibles. Y aún así tan ávidas como cualquier huracán. Que pasa atropelladamente por nuestra vida para ponerlo todo patas arriba y avisar. He estado aquí, lo he movido todo, ¡Reconstrúyelo! Comienza de nuevo. Otra oportunidad. Un aviso. Una ayuda para reiniciar, incluso para formatear tu vida y que no quede ni rastro de lo anterior. No fue. No existió. Nunca formó parte. Cuaderno nuevo. Folio nuevo. En blanco.

Es necesario cuidar y mimar cualquier detalle que salga por nuestra boca en forma de palabras. Para personas como yo, bastante impulsiva a ratos, quizá se necesiten buenas dosis extra de contención. De saber morderse la lengua. Contar hasta diez o hasta mil si hace falta. Irse a caminar, respirar, e incluso dormir y al día siguiente será. Que en frío se digiere mejor. Que desde la otra punta de la orilla se vislumbra la isla en toda su magnitud, completa, con la totalidad de sus partes. No es una ni dos, sino millones.

Puede que al final me quede con eso. Con las sensaciones que me evocan las personas que pasan por mi vida. Por lo que me han hecho sentir. Por la caricia que sentenció el inicio de mi historia de amor. Por el roce de su mano sobre mi mano. Por la textura y la suavidad de sus labios, que sentí con mis ojos cerrados. Que no vi. Por la melodía que fluye y brota de entre las cuerdas del arpa. Por sus manos dibujándola, dándole forma a una canción que puede interpretarse y SENTIRSE de mil formas distintas. Y evocar recuerdos. Y transformar el momento. Pasando de día gris, opaco y sin brillo al maravilloso y resplandeciente romanticismo que aportan unos acordes, unas bellas vistas de la ciudad, la gente en silencio escuchando, unos aplausos de fondo, las palomas dejando entrever y corroborando la esencia misma que nace de un minúsculo, insignificante e inolvidable instante. Insuperable.

hombre con arpa

“Me gustaban sus caricias y su pelo, y sus horas que eran mías, y mis labios en su piel. Y el aroma de ese perfume indiscreto que acostumbraba en el cuello donde tanto le busqué” .- Fernando Delgadillo.

Y es que te digo también, que ni siquiera es exclusividad de las personas, los lugares, la música, el sol sobre la piel, la lluvia arrastrando lo viejo, limpiando los traspiés errantes de la gente corriente, una flor vana, superflua, carente de signos vitales, olvidada, despojada de su razón de ser, también es arte y sensibilidad, también es amor y sentimiento. Y puede encender un corazón y enarbolarlo, dejarlo por siempre tocado, de una pureza y majestuosidad inusitada.

Hoy, cierro los ojos y elijo un momento de la semana. Una pequeña capilla, invisible para infinidad de viandantes que transitan sus calles a diario. Que no se percatan de su belleza decadente. Una música celestial, cantada a capela por una mujer, una voz prodigiosa, fuerte, capaz de transportarte a cualquier otro lugar con solo cerrar los ojos. Algunas velas perfilan los recovecos del oratorio. Unas lámparas de hierro caen del techo y presiden la estancia. Y de repente, sin más preámbulos, algunos presentes se suman a la canción. Voces melodiosas. Belleza indescriptible. Y yo, apartada del resto, soy testigo de toda esa magia. De toda esa aura que ha creado una suma de elementos.  Soy participe, me han hecho participe de alguna forma. Porque también estoy. Y desde mi discreta posición no puedo sino emocionarme. Dejar brotar las lágrimas por sí solas, sin presión, sin querer ocultarlas. Que no me avergüenzan. Dejar de pensar en el que dirán, en salir con la cara chorritosa de rímel. Disfrutar del momento. Del aquí. Ahora. Respirar profundamente sabiendo que este momento es único y jamás se volverá a repetir. Soy una privilegiada y hoy soy consciente de ello.

chica periodico retoque

Y tú, ¿Qué o quién te ha hecho emocionarte hasta dejarte perpleja y sin explicación alguna? Tiremos de la lengua. ¡También te ha pasado!

El poder de sentir y hacer sentir. Nada incomparable. Momentos que guardaremos para ti y para mí. ¿Los compartes?

 

Y de repente, ZAS.

Has tenido que coger las maletas y marcharte lejos. Un océano profundo y desconocido te separa del mundo que creías para ti. Allí lo dejaste todo. Sueños que se transformaron en otros. Personas a las que cada momento recuerdas, a las que esperas volver a ver pronto. Diarios con historias que acabaron y besos que no fueron. Palabras que ya no podrás volver a repetir. Álbumes de tus recuerdos.

chica chic maletas

Tuviste miedo y te hiciste fuerte. Demostrarte que valiente es el que se decide a serlo. Es una decisión, no una cualidad inerte. No sabes bien si la situación te arrastro a ello o fue tu determinación la que gritó basta. Pero ahora resuenan tus palabras como un eco. Se te devuelve lo dado. Y quieres huir un rato.

Sonaba más fácil de lo que fue, de lo que está siendo. También te digo que lo es más de lo que crees. Cada cosa que uno hace importa. Cada momento, cada decisión, cada palabra pronunciada, todo afecta de manera imperceptible a otros, incluso a uno mismo. No importa la realidad que te envuelva, tu actitud, tu especial manera de observar el mundo y vivirlo podrá cambiarlo todo.

Te diré algo, la mayoría de personas zambullen su cabeza entre las sábanas, se cobijan ante el miedo, la realidad es cruda y muchos terminan abandonando. Tú no lo hiciste, no lo hagas, porque eso te hace extraordinaria, valiente y fácil de admirar, de poner como ejemplo, de ser ejemplo.

Es fácil reír cuando todo marcha bien, cuando estás rodeada de gente que te quiere y a la que quieres. Es fácil olvidar lo difícil entre copas y amigos. Pero luego toca despertarse, volver a la realidad y asumir el rol de tu juego. Cuando se está sola, cuando la calle está oscura y un doloroso silencio se adueña de las paredes de la habitación, las cosas, los recuerdos, la ausencia, los kilómetros, el frío, el calor, el maldito hueco en el colchón, duele más, mucho más.

Se echa en falta la facilidad de un toque de teléfono para verse a las seis, se echa en falta las calles que te vieron crecer, el buenos días de la panadera de enfrente que te saluda con una sonrisa, y se añora como no sabes cuánto el “lo de siempre, ¿no?” de la chica de la cafetería de la esquina. Esa sensación de estar en casa, de cerrar el círculo cogiéndose de la mano, ese beneplácito que producen las raíces en el suelo. Amarrarte a algo, la comodidad de ESTAR en el lugar al que perteneces.

brittany

Pero el hogar lo crea uno mismo. Puedes pintar las paredes de colores cálidos, recoger semillas e ir dejándolas caer por el suelo, florecerán hermosas flores. Puedes llenar la habitación de recuerdos que guardarás para el momento oportuno, para sorprender a las personas que te esperan. A ti no te hace falta nada, coleccionarás increíbles y bellos instantes que fotografiarán tus pestañas, que las retinas de tus ojos guardarán para ti.

Los sueños viajarán a la velocidad de la luz, porque a cada paso uno nuevo crecerá. Son experiencias que acumular en la mochila de la vida. Retratos para colgar en marcos de fotos, cicatrices que tatuar en tu alma. Déjate sorprender. Déjate llevar. No juzgues y espera. Camina lento y saborea el instante. Guárdalo para ti. Haz listas interminables de cosas por hacer, de lugares recónditos que descubrir. Tómatelo con calma. Despójate de las hojas del calendario, no cuentes los días con los dedos, cuenta las sorpresas, la gente que salga a tu paso y merezca la pena, la que decida quedarse. Cuenta los momentos sin prisa, tomando un café en el coffee de la esquina. Cuenta la belleza de la música callejera, la sensación que te produjo escucharla, lo que te evocó, el bello erizado del brazo y la mente que por instantes voló tan lejos. Que al final no se necesitan tantas horas de avión. Es arte. Es sensibilidad a flor de piel. Es empatía y recuerdos, tantos recuerdos…

Aprende de otros, de su cultura, de su lengua, de su particular visión del mundo. Habla con otros. Conóceles y deja que te conozcan. Empápate de su esencia e imprime tu huella. Intercambia opiniones, degusta la gastronomía del país, sorpréndete de su variedad y su riqueza.  Y sobretodo escucha, escucha, ESCUCHA.

Pelea por construir tu bonito castillo. Pelea cada día, cada minuto, cada segundo. Levanta la cabeza y sueña. Desde aquí creemos en ti, nunca hemos dejado de hacerlo. Necesitas darte cuenta. No estás sola. La distancia no puede con el amor, de hecho no puede con nada que nazca puro.

«Compañera, usted sabe que puede contar conmigo, no hasta dos o hasta diez, sino contar conmigo».- Mario Benedetti.

Es tu momento, el de nadie más. Muestra tu valía, tu autenticidad y tus ganas indestructibles de permanecer en pie ocurra lo que ocurra.

Va, y enamórate un poco, o mucho, demasiado. Enamórate sin miedo. Deja la coraza apartada por una vez. Déjate de frases hechas y tópicos que ni tú misma crees. No eres lo que aparentas o lo que muestras. Bajo todas esas capas que te envuelven hay alguien tremendamente dulce reclamando amor, reclamando lo imprescindible para alzar el vuelo. Y me da igual que lo niegues. Que saques tu bandera reivindicativa de “independiente”, de “no es necesario el amor” porque bien sabes que lo es. Que las piernas te tiemblan sólo de pensarlo. Y sé que en alguna parte, en algún lugar alguien desmontará el muro que te rodea. Te desestabilizará hasta quedarte sin aliento. Y ya me contarás. Y tendrás otros argumentos que debatir. Algo así como “pero es TAN diferente…”.

pareja beso bonito

Sólo te digo algo. Atenta. En cualquier lugar, en cualquier momento…

Vuelve la vista, un poco más a la derecha, ponte de puntillas…

Y de repente, ZAS.

Próxima parada

Todas las personas se encuentran librando alguna batalla. Eso es así. La vida es así. Nadie dijo que las cosas buenas fueran fáciles y mucho menos que estuviéramos exentos de tener que sacar la artillería pesada en el momento más inoportuno. No importa lo rosa que sea tu vida o lo mucho que te gustaría que fuera.  Estamos en el punto de mira, listos para ser sorprendidos a la mínima de cambio. Somos objetivos en potencia desde el minuto uno de vida, puede que incluso mucho antes.

chica fotografos

A pesar de la continua lucha que tenemos que guerrear y obligatoriamente ganar, soy de las personas que piensan que incluso toda esa “mierda”, perdón por la expresión, merece la pena. Siempre lo hace, porque cuando vengan las cosas buenas, que llegarán, como el arco iris después de una inmensa tormenta, sabremos el por qué, la razón, y entenderemos todo aquello que entonces nos resultaba imposible. Lo bueno llega, tarde o pronto pero llega. Y también se que la fluctuación y ese ininterrumpido vaivén de “bueno y malo, de peor o mejor” nos hace reconocer, constatar y valorar infinitamente más cada momento, cada intersección en la que nos encontremos sin saber a dónde tirar.

Viajando en el metro, en uno de esos días que no hay prisa, me puse a observar a la gente e imaginar sus vidas. Un niño de no más de cinco años no dejaba de intentar llamar la atención de su madre sumida en la esclavizada vida tecnológica. Hacía carantoñas, no dejaba de moverse de arriba abajo, le acariciaba el pelo, la peinaba con sus regordetes dedos, e intentaba él también ser partícipe de la conversación vía WhatsApp que posiblemente ella estuviera manteniendo. Era pura y sencillamente un grito de socorro, de aviso, de “estoy aquí”. Su pequeña lucha, su “hacerse notar” me conmovieron profundamente y me hicieron reír. Aprendemos rápido y desde bien temprana edad ya nos conocemos todos los recovecos necesarios para pegar la fuerte patada en el suelo y decir “basta”.

Unos metros a mi derecha un chico joven con los cascos puestos, la música excesivamente alta y mirada perdida. Quizá dejándose llevar por todo ese ruido que a vista de otros no dice nada y a él se lo dice todo. Seguramente encerrado en el mundo que solamente él cree entender. Huyendo, volando, reivindicando su lugar. Expresándose a su manera, sintiendo a su manera. Evocando. Imaginando. Creyendo que algún día llegará. Dando color a las sombras. Ahuyentando el miedo haciéndose notar. O escondiéndose de aquellas cosas en las que no cree. Un minuto para sí mismo. Una canción que parece esconder la óptica idónea para presumir de un deseo. Le habla de lo que vive y grita por él. Y se siente a gusto, resguardado, cobijado entre el calor de palabras, sonidos, notas, acordes de guitarra.

chico interesante

Una mujer mayor me mira y yo la miro a ella. Sólo observa, como yo. Tiene las manos entrelazadas y una manicura cuidada, perfecta. Alguien me dijo una vez que las manos delatan, que hablan por sí solas. Yo también lo creo. Las arrugas surcan el dorsal de su mano, la perfilan y endulzan. Lleva alianza, siempre me suelo fijar en ello. Creo que debe ser luchadora, fuerte, no sé, lo noto. A pesar de lo dura que puede haber sido su vida no debe perder la esperanza, sus ojos le siguen brillando, ahí debe haber mucho amor. Habrá abrazado mucho y reído, también llorado. Habrá curado heridas a besos y corazones rotos con chocolate caliente y abrazos a montones. Tiene que ser metódica y dulce. Casi puedo ver plasmados en su cara la infinidad de besos que ha recibido. Debe dar mucho sin esperar nada. Me recuerda a alguien. La veo un poco a través de ella. Se acaricia el pelo y suspira. Es su parada. Poco a poco se incorpora y con paso lento se marcha. Ha enternecido mi corazón y ella sin saberlo. Ya ves. El halo familiar y de confort que ha dejado me acompaña rato después. Eso me sorprende, la capacidad de crear sensaciones en otro, incluso ajeno a nuestra propia vida, sin conocernos.

Una pareja de quinceañeros discuten. Él levanta la voz, ella murmura palabras sueltas, como si de un susurro tratara. Automáticamente dejan de hablar. Ella clava la mirada al frente y él cabecea al son de sus pensamientos. Quizá indignado, enrabietado o cabreado. Las fracciones de su cara comienzan a suavizarse. Aún así no cede. Ha decidido guardar silencio. En otro momento será. Ella sigue absorta, ensimismada. No tiene prisa y tampoco le incomoda la situación, parece tranquila, está dispuesta a olvidarlo todo, a caminar a paso lento y Dios dirá.

chica sola banco

El amor es un poco eso, bajar la guardia, tomarse un tiempo para respirar. Es conocer al otro. Dejar de tirar en contra dirección. Ceder. Soltar el freno.

El amor es paciencia y comprensión. Lo debe ser incluso sin entender nada. A veces no se necesita más que el silencio, saber que el otro estará ahí incluso cuando saque a relucir su peor faceta. Porque la vida está llena de momentos realmente bellos con personas imperfectas. Hoy le toca a él y mañana será ella.

Lección aprendida.

Suena el aviso de próxima parada. La mía.

Tú y yo nos vemos otro día.

Explotas de Amor

A veces pienso qué cambio, luego me doy cuenta que fuimos nosotros los que lo hicimos. Un par de niños desafiando al juego del amor. Que no basta con una botella y un par de besos. Que las mariposas en el estómago no alcanzaron para hacernos volar, ni siquiera fuimos capaces de levantarnos del suelo.

beso vintage

Me mostrabas el mundo con tus prismáticos invisibles.

-¡Míralo otra vez!- Me retabas…

 Y yo juraba que lo veía, y ¡es que lo hacía! Ahora, años después, alejada de todo lo que fui contigo, soy incapaz de verlo. Tu ausencia me lo niega, lo hace desde que te fuiste. El azul adquirió otro color, no peor, diferente. Incluso las azaleas parecen mecerse distinto con la cálida brisa del sur.

-Métete entera, déjate de tonterías- Me gritabas riendo de mi cursilería barata.

Intentaba desafiar al tiempo contigo, hundirme en el mar y dejar que toda su espuma se apelotonara bajo mis pies. El oleaje crecía y con él el frío que me erizaba el bello de la nuca, como si susurrara, como si quisiera dejar constancia de algo. Estaba ahí, entre los dos, siendo testigo de todo ese amor inocente, puro, que cabalgaba valiente entre mundos distintos.

Corriste tan deprisa por mis espaldas que me pilló de sorpresa, terminé tan empapada como esperabas, los labios me tiritaban a traición y solo pude reír. Balbuceé alguna palabra, casi imposible de recordar, ¡Pero como reía! Y como lo hacías tú. Con esa sonrisa que enamoraba a cualquiera. Los ojos chisposos de una felicidad que nace casi de sopetón, sin aviso, explotas de amor, como un globo que sobrepasa el límite, ni una pizca de aire más. Pero para ti no lo había, nunca lo hubo, las reglas solamente eran hileras de palabras hechas para ser desvirtuadas, cambiadas a tu antojo.

-¡Maldito embaucador!, no me engañas más- Me moría de la risa a cada palabra. Porque lo sabía. Caería rendida una y otra vez. Volvería a caer las veces que hicieran falta.

noah allie helado

Tu imprevisibilidad me desbarataba los planes, rompía con todo en lo que creía y era, y cada día me daba más cuenta de que no tenía  ni idea de nada. Las cosas así son mejor. De sorpresa. Sin miedo. Sin preguntas. Uno debe sorprenderse a sí mismo. Dejar a un lado todos esos “algún día” y por fin SER/ESTAR/IMAGINAR/SOÑAR/CREAR/ARRIESGAR hoy.

Qué estúpida manía de postergarlo todo. De creer que llegará el día perfecto para llevar a cabo los sueños. Y se tiene el impulso, la rabia necesaria o nunca llegará. Tú me lo enseñaste, al igual que muchas otras cosas. Lástima que me aún me encuentre sumida en esa rueda de “luegos”. Y tengo menos perdón que nadie, porque mira que te empeñabas, pero al final me quedé sin nada. Lecciones que no se llevan a la práctica, quedan como una simple teoría, una historia que contar a otros.

Querías comerte el mundo a dos manos, y yo sabía que lo harías, que cumplirías todo eso que decías. Jamás conocí a nadie tan valiente, tan seguro. Me maravillabas, tú, enterito, con un guiño de ojo y un gesto malicioso. Ardía por ti, de ti.

Y te fuiste. Y no te seguí. Me quedé esperando reponerme algún día. Tenía mucho por hacer, crecer, estudiar, enamorarme mil veces más, perder, arrepentirme…

Porque habría bailado contigo tango en Argentina. Habríamos recorrido las calles de París cantando “la vie en rose” poniendo morritos franceses a cualquier viandante que se nos cruzase. Me habría perdido contigo, una y otra vez, con una vespa y botella de vino por el tan singular trastévere romano. Habríamos tropezado con algún adoquín, eso seguro, y habríamos tenido mucho que contar, y recordar, sobre todo eso.

france vespa

Ahora, desde una vida mucho más sistemática, poco variable y sensata en demasía, añoro como agua de mayo la frescura y espontaneidad que se excedía contigo. Porque precisamente era eso lo que ganaba a tu lado. Igual, algo yo te restaba, demasiado loco a ratos. Al final se comprende que la concordancia tiene algo que ver con todo eso.

Las personas suman, siempre suman, y te hacen sumar a ti. Más atrevido, más cauto, más valiente, más tú. Las personalidades se contagian a la velocidad de la luz.  En escasos segundos ya eres un poquito más o menos “tal”, ya has crecido los centímetros necesarios para atreverte a tal o cual cosa. Impulso es lo que acabamos dando.

Creo que cruzaré la famosa “Abbey Road” como un Beatle más a son de:

“And when the broken hearted people, living in the world agree, there will be an answer: Let it be»

«Y cuando las personas con el corazón roto, que viven en el mundo estén de acuerdo, habrá una respuesta: déjalo estar»

 

the beatles

Te estaré esperando.

Llámalo como quieras

Dicen que las oportunidades se presentan sin avisar. Que hay que estar alerta, porque cuando lleguen tendrás un promedio de dos segundos para lanzarte a ello. No habrán pausas, ni siquiera se te concederá el minuto de gracia. Será ese momento o no volverá a ser. Te quedarás con cara de bobo, con las maletas apelotonadas en tus pies mientras el viento revuelve tu cabellera y el tren que no cogiste pasa a una velocidad de vértigo que te impide ver con claridad todo lo que ya no podrá ser.

buen viaje

Te culparás. ¿En qué maldito momento? ¿A qué maldita hora? Pero será tarde. No habrás sido lo suficientemente rápido para abalanzarte a él. Te perderás pensando las manos que te harán falta para embarcar el equipaje, sin saber que lo verdaderamente importante estará dentro, que no hace falta más que la muda que llevas y un salto bien grande que consiga meterte dentro sin dilación.

No es la vieja estación de tren. Al igual que no es el destartalado reloj que cuelga de la pared. No será el tiempo que tardaste en llegar. Ni los minutos perdidos acordonándote los zapatos. No fue aquel amor. Ni siquiera los que vendrán. No fueron excusas. Fue más bien el miedo que te impidió avanzar. Las razones que quisiste encontrar. Fue la balanza de “lo que soy” y “lo que me gustaría ser”.

Es esa milésima de segundo que parece extenderse en el tiempo, que consigue paralizar tu mente. Es esa fracción de segundo por la que pasan miles de fotogramas con su particular visión de los hechos, y sus consecuentes viñetas anexas de futuras consecuencias. Es esa perfección y ese miedo al fracaso, al error que puede conducir a un perpetuo arrepentimiento.

Pero ya escarmenté una vez. Te arrepentirás de todo lo que te hayas perdido, de nada más. Porque lo hecho devengará en un logro o un mero aprendizaje.

Muchos dicen que las oportunidades. Creo que yo me quedo con las LOCURAS. Esas por las que mueres de risa al recordarlas, las que hacen sonrojar tus mejillas o las que te hacen llorar como si no hubiera última vez. Son esas que compartiste, que quedarán guardadas bajo llave en el cofre de “nunca saldrán de aquí”. O aquellas que salieron como una fecha del corazón, un impulso insensato y que tú mismo siempre negarás.

Las mejores son las que no se piensan, porque si se hace dejan de serlo. Son esas que al recordarlas te avergüenzan, las que hacen preguntarte ¿De verdad fui yo? ¿Y lo hice? Porque por mucho que quieras aparentar y dar a entender que simplemente devino de una enajenación transitoria y que por el jamás de los jamases volverás a repetir, sabes que mientes, que un mini tú se reconcome por dentro de la risa y te dice que te gustó, que acertaste, que lo que va delante no te lo quita nadie.

risa

Todos las tenemos. Al igual que aquellas que no hicimos. Y confiésalo, esas duelen infinitamente más. Se quedarán ya para siempre en el montón de lo que pasó de largo, y da mucha rabia, porque las tuviste en tus manos y las dejaste caer. No puedes volver atrás ni puedes hacerlas ahora, fueron entonces y ya no son.

La mayoría van ligadas a un periodo de tiempo, las circunstancias cambian cada vez que la aguja del reloj avanza, porque ya sabes, nada se detiene, ni siquiera todo lo que esperas hacer. Los años cambian la perspectiva de las cosas y las situaciones, y lo que en ese momento pudo haberse hecho con los ojos cerrados ahora no es más que un imposible.

Lo hubieras hecho, si volvieras atrás lo harías. Ahora todo es diferente, el color ha cambiado y las personas también, incluso tú lo has hecho.

Ahora mismo la tienes en mente. Sabes perfectamente de lo que te estoy hablando. No sé si será él. Si un par de besos no le hubieran hecho daño a nadie. Si fue el trabajo absurdo que no te atreviste aceptar. No sé si fueron las ganas de salir corriendo, pero algo te frenó los pies, y ahora hubieras sido más valiente, más libre. No sé si fue aquel avión que voló sin ti. El que te dejó vacía y sola, con billete de ida entre las manos, y sueños que finiquitaste a golpes de “sí o no” en una butaca negra de un aeropuerto aún más negro. No sé si fueron las palabras que no salieron de tu boca o aquella indiferencia que escogiste mostrar, y que poco a poco te consumía el alma. No sé si fue esa infinidad de veces que cogiste el teléfono, marcando una y otra vez el número para colgarlo al instante. No sé si fue la maldita canción o aquellas palabras que salieron de no sé donde las que frenaron tus pies, las que cortaron tus alas y las que atestiguaron ese infructuroso saco de “posibles”.

chicas coche amigas

“La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma, que cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca” Heinrich Heine.

Y es que a veces, solo a veces, lo que comienza con un simple trastorno, o llámalo como quieras, puede terminar siendo alguno de los mejores recuerdos.

Vuélvete loco un rato. Vuélveme a mí contigo.

P.d: La locura siempre nos llevó a amarnos un poco.