Quizá

hamaca en bosque

Tumbada en la hamaca, en una de esas que cuelgas del tronco de un árbol, mientras observaba la grandiosidad e inmensidad del cielo, pensé en todas aquellas decisiones que desacertada o afortunadamente me han empujado al lugar exacto en el que me encuentro.

Las ramas, con sus consecuentes ramificaciones me impiden observar la bóveda en toda su plenitud, se interponen las unas con las otras, creando un paisaje hermoso, como cincelado a conciencia. Y, a pesar de no ver ese espacio en su totalidad, se que está, que planea entre nosotros, y de forma sigilosa y constante mantiene un raciocinio imperceptible para aquellos  incapaces de ver.

Quise imaginar cómo sería mi vida sin aquellas decisiones transcendentales que algún tomé. Y me di cuenta que no fue el tiempo el que cambio las cosas, sino mi propia determinación de hacerlo.

Quizá, sin la fuerza que saqué de no sé donde, aún me encontraría sumida en aquella relación tormentosa que mermaba poco a poco mis facultades, mis aptitudes de desarrollo y la personalidad que a día de hoy agradezco conservar y poder seguir fomentando.

pelo chica playa

Quizá, si hubiera decidido estudiar algo distinto, no habría encontrado la cantidad de inconvenientes y obstáculos con los que me encontré. No habría sentido esa frustración y ese desencanto que sufrí en mi primer contacto laboral, recién salida de la carrera, con todas esas ganas que tenía por demostrar competitividad y fuerza. Pero la fuerza me comía por dentro a cada paso que daba y me hacía chiquitita al comprobar que, muchas veces, lo que uno había imaginado podía no asemejarse en absoluto a aquello que es, o encuentra.

Quizá, sin ese desencanto no habría seguido buscando, intentando encontrar todo aquello que había imaginado, probando, desechando. Y no me di cuenta, que más allá de un trabajo idóneo, en el que me sintiera a gusto y realizada, huía desesperada por encontrarme a mí misma, mi lugar, mi razón y mi por qué.

Quizá sin esa cadena de sucesos no se habría emprendido nada.

Las ramificaciones eran la constancia de ese abanico de posibilidades. Tienes un camino, yo tengo un camino, lo sigues o no, pero tú decides.  En esa decisión siempre hay más de lo que uno cree, porque al llevarla a cabo también se rechaza algo, se da la espalda a otra vía paralela, quizá antagónica, distinta.

amigas bicis

Y pensé en lo paradójico del tema. En todas esas opciones que diariamente se presentan ante nosotros. En esos caminos que escogemos, en lo que dejamos atrás. Y contemplé esas ramas, unas con más recorrido, más cortas, más largas, más bifurcadas. Y parecía que las más extensas eran las que más habían errado o las que más habían cambiado de camino, eso les había hecho más intrincadas, más arduas, pero más bellas. Son más ostentosas, aparatosas e increíblemente sabías.

Y quise parecerme a ellas, porque uno crece con sus errores, con sus necesarios desaciertos, pero también con esas ocasiones que se presentan y quieres agarrar fuertemente para no dejarlas ir, para saborearlas en toda su plenitud.

Es más que probable que sin esa continúa toma de decisiones tú no estarías aquí. Y quizá seas uno de mis mayores aciertos. Uno mismo debe sentirse libre para amar, y la tarea comienza por dejar atrás las cadenas que aprisionan el alma.

Hoy, solo sé, que alguna parte de mi ser, conspiró fervientemente para asegurarse que cada (des)acierto me llevará a ti.

Respiro profundamente y sonrío, dejándome cautivar por aquello que acabo de descubrir, por los entresijos que la propia naturaleza traba a su antojo con sus propios fines.

Y, posiblemente, lo que más me satisfaga en este preciso instante, sea ser incapaz de imaginarme en otro lugar.

Contigo, con esto, con todo lo nuestro.

noah y allie