¿Qué quieres tú?

Soy tan romántica como para creerme los cuentos de princesas. Tanto como para suspirar en las películas ñoñas, lágrima disimulada y pañuelo en mano, algún que otro suspiro y azúcar en cantidades desorbitadas.

chicas gilmore

Me acuerdo de pequeña, bajaba con mi hermana al videoclub, paseábamos entre las hileras de estanterías repletas de películas, y al final siempre nos decidíamos por las mismas, las que nos harían llorar, soñar con la representación más quejumbrosa y sensiblera del amor. Esperando algún día poder ser las protagonistas de historias profundas, sinceras, que merecieran ser contadas. Poder escribir en cuadernos el significado del amor,  después de haber reído mucho, amado mucho y soñado más. Esculpir en cada escena al príncipe que nos llenaría de rosas, que nos haría sentir como nadie tal vez.

Y teníamos fe en que así sería. Que la realidad puede superar cualquier ficción. Que mientras existan personas que imaginen cosas bellas, que plasmen en libros, filmes, poesía o cualquier derivado de arte, sentimientos que ericen el bello de la nuca, todo será posible. Porque lo que uno imagina es. Porque la ficción nace de una mente que constantemente quiere más, que no se conforma, que arriesga, batalla y gana.

Yo he sido de esas que necesitaba tener a mano una libreta donde anotar frases que me llegaran al alma, provinieran de donde lo hiciesen. Solamente necesitaba haber sentido el escalofrío necesario para correr en busca de algún bolígrafo, mientras repetía una y otra vez la misma frase esperando no perder ninguna palabra en el camino.  He transcrito trozos de canciones que han terminado esparcidos entre páginas pérdidas de mi escritorio. He subrayado frases de libros que como dardos me machacaron el corazón, esperando poder ser releídos cuando los creyera olvidados. Y adopté como mías frases que escuché y describían a la perfección una realidad que vivía.

Y ahora, observando cómo todo se viene abajo. Como nadie espera encontrar al amor de su vida sentado en una cafetería con capuchino caliente y una lluvia a mansalva en la calle, quiero creer más en ello si cabe. Quiero ondear mi bandera de romántica empedernida sin miedo al qué dirán. A las modas que pasan y a las decepciones que curten a uno y lo alejan cada vez más de aquello que algún día creyó.

pareja militar

Me entristece que la realidad quiera vapulear y arrasar con los sueños, que pretenda borrarnos la sonrisa de la cara y la mirada chisposa, de felicidad, de pureza, de fe en todos los sentimientos que nacen de las entrañas, que no se pueden evitar, y que cuando uno lo intenta casi siempre terminan jugando malas pasadas.

¿Dónde quedaron las cartas de amor? ¿Las postales de viajes esperando que lleguen al destino antes que tú? Revisar ansiosa el buzón, con manos temblorosas esperando encontrar tal remite. Y sonrisa de oreja a oreja. Vueltas sobre ti misma con sobre en mano. Y dejarse caer en la cama, como si flotaras, porque alguna parte de ti lo hace. Se conectan dos almas entre un par de líneas. Alguna palabra deja entrever cosas que se pretender obviar. Pero inciden y lo notas, como ha pellizcado tu alma, como ha conseguido destronar con poco a la princesa encantada, porque no ha hecho falta más que magia escrita con tinta y pluma, con posdata incluida y detalle en el reverso.

Y creo que dos personas que anteponen el bienestar del otro al de uno mismo tienen derecho a todo. Creo que a veces no hace falta más que esa conexión imperceptible que dos cuerpos sienten sin saber porqué. Ese famoso revolotear de mariposas en el estómago que no hace sino incrementar las ganas de volar más alto.

Creo en los amores para siempre. Los que con el pasar de los años se cogen más fuerte. Creo que nadie se merece vivir a la sombra de lo que cree merecer. Que siempre se puede más. Que el amor no va de resignación sino de libertad. De poder escoger entre millones de opciones y decidir quedarse.

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Creo en las relaciones de toda una vida, en poder mirarse a los ojos y adorarse como la primera vez. Creo que si algo termina y no fue falta de amor, no perecerá jamás. Porque hay historias que deberían continuar de por vida. Y creo que algunas lo hacen en la distancia. Son capaces de marcar las pautas y lo silencios, las esperas, las llamadas que no llegan y los reencuentros que algún día serán.

Creo que hay determinados sentimientos que jamás se deberían negar.

«Deja de pensar en lo que quiere todo el mundo. Deja de pensar en lo que quiero yo. En lo que quiere él o en lo que quieren tus padres. ¿Qué quieres tú?»

Punto de inflexión

Es frustrante intentar ayudar a alguien que no se deja. Todos queremos dárnoslas de autosuficientes, de poderos, de autónomos frente a todo tipo de situaciones. Y, sin quererlo, se nos va de las manos, escapa a nuestro poder y termina produciendo completamente el efecto contrario. Porque admitámoslo, no somos dioses, ni máquinas capaces de soportar todo lo que venga, no estamos programados para seguir mirando al frente en situaciones que nos vencen, que nos hacen bajar la guardia y vernos desprotegidos, sin salida, sin ningún tipo de apoyo ni motivación.

chica lluvia equipaje

Permitamos y toleremos el punto de inflexión, el hombro donde llorar o los brazos a los que agarrarse. Eso no implica debilidad, seamos conscientes de una vez. Somos seres humanos, a lo largo de nuestra vida caeremos millones de veces, tropezaremos con las mismas piedras una y otra vez, nos equivocaremos y volveremos a recaer. Pero eso es así, es parte de la vida, del aprendizaje que se nos deja a cada paso que damos. No somos menos ni más superando los problemas solos o enfrentándonos a ellos desde el silencio, la desesperación y la angustia,  ¡Basta ya de martirizarse! No nos harán santos ni nos rendirán homenaje, no alzarán un busto en la plaza a nuestro nombre y, ten por seguro, que la soledad frente a la exasperación no hará sino más mella de la que ya por sí misma produce.

Es complicado estar frente a una situación siendo consciente que tus actos no cambiarán nada, ni las palabras, ni los consejos que han sido pedidos, ni siquiera esos.

Hay personas que eligen el bucle del que no quieren salir. A pesar del dolor que les cause se agarran a él como si les fuera la vida en ello, como si su esencia o su razón dependiera de eso mismo. No ven salida porque no la buscan y buscándola reinciden en ella persistentemente, volviendo de nuevo a la raíz del problema. Se quejan y de alguna forma son conscientes de su situación, de su desgracia, del deterioro que causa en sus vidas, y aún así, sabiéndolo, vuelven a olvidar lo vivido e insisten en aquello que jamás marchará. La historia se repite una y otra vez, el guión no cambia si los personajes siguen siendo los mismos, pensando y percibiendo las cosas de la misma forma. Pero algo he aprendido ¡Hay tantas formas de sentir! Y no todas ellas lícitas, sanas u honestas, o sí,  depende para quién y cómo. Dios, ¡Resulta tan difícil!

pareja en brazos lluvia

También soy consciente que los consejos siempre resultan más sencillos de dar desde una perspectiva externa, que uno no sabe lo que dice hasta que lo vive, hasta que lo experimenta en sus propias carnes, hasta que la tesitura queda igualada y se ve de lleno metido en una circunstancia desconocida, con las botas hasta arriba de fango y la cabeza revuelta de dudas. Sé que la seguridad queda relegada a un segundo plano cuando la confianza queda anulada, cuando intervienen más sentimientos que razones.

Pero también sé, que por encima de todo necesitamos y buscamos bienestar, la tranquilidad de saber que vivimos y somos de acuerdo a unos principios, a los nuestros, no a los de otros. Sé, que por encima de cualquier cosa estamos cada uno de nosotros, no con nuestras circunstancias ni con nuestras elecciones, sino pura y llanamente “nosotros”, cualquier cosa se vuelve secundaria ante algo tan transcendental como uno mismo.

Hay veces que es mejor callar y esperar, a que uno mismo reaccione, porque todos necesitamos tiempo, no se contabiliza por días ni años, es ilimitado y cada cual requiere el suyo. La protección para aquellos que nos importan es instintiva e imposible de eludir. Pero debemos ser conscientes de que cada cual somos seres individuales, y por ello necesitamos reaccionar por nosotros mismos. Encontrar el momento, nuestro momento, de decir ¡Basta! O ¡Hasta aquí! Será la mejor dosis de ayuda y superación. La que uno mismo elige.

amigas riendo

Por eso, y por infinitas razones más permaneceremos al lado, no delante ni detrás, no por encima, sino codo con codo, para que cuando vuelva a repetirse la canción de siempre estemos ahí para sostenerles, para ampararles en los momentos que prometerán no volver a repetir. Serán cuando más nos necesiten y les necesitemos. El amor, en todas sus variantes posibles, también forma parte de eso.

Tan cerca, tan lejos.

El perfume que creí olvidado ha vuelto a rebrotar entre tanto recuerdo vago. Estaba yo pululando entre esas estrechas calles del casco antiguo, y te sentí. No me niegues, no enmarañes de dudas esa certeza inmaculada. Supe de tu presencia desde el momento que pasaste frente a mí espolvoreando de realidad esa inusitada existencia.

mujer hombre se va

Tan real como las carreras a las que nos retábamos ansiosos por salir vencedores, y ahora lo sé, que me dejabas ventaja, que tu felicidad dependía de la mía, y aquellas aclamadas manifestaciones de vencedora lo significaban todo para ti. Minutos de gloria que me concedías para beneplácito mío. Pobre de mí, feliz inocencia.

Querías estar presente y yo esperaba que lo estuvieras. Aún lo espero, a pesar de la extraña distancia entre lo que veo y lo que siento.

Me sobrecogen este tipo de sensaciones. Me desconciertan los entresijos de nuestros recuerdos. Son capaces de ocultarse entre muchedumbre invisible y conseguir florecer en momentos inauditos, con esa imposibilidad asombrosa de vaticinio.

Puedo no recordar palabras, gestos, momentos, pero el aroma queda grabado a fuego en la piel, en la memoria, en el alma. Dan igual los años, las experiencias, incluso aquello que uno mismo pretenda olvidar, algunas cosas quedan en el subconsciente de forma intacta, se niegan a verse expuestos a las viles maniobras humanas, y esperan poder ser autárquicos a voluntad.

padre e hija

Espero que puedas seguir planeando infinitamente entre las sombras y maravillas de mi vida. Espero que puedas encontrar los resquicios que te hagan adentrarte en todo lo que me envuelve. Si esperas o buscas algún tipo de aprobación, por mi parte la tienes.

Yo te seguiré observando, cada noche, desde la oscuridad, con esa mirada de interpelación, de pregunta, de ansiosa curiosidad. Que eso no le he perdido, sigue patente en mí, a pesar de las veces que por fisgona me pille los dedos.  Que como bien se dice, la curiosidad mató al gato, ¿O fue la dejadez y la apatía? Sea como fuere, mi esencia seguirá siendo la misma, y mi codicia por descubrir subyacerá a viejos errores.

Te espero a pesar del tiempo, de la distancia, de la cruel realidad. Pero es que las evidencias son simples y yo demasiado compleja para aceptar obviedades. Así que me limito a creer lo que quiera, lo que necesito o espero, lo que busco, lo que encuentro.

Me sales al paso en la desidia pasajera. Es entonces, cuando lo sé, cuando estás, cuando siento. No podré dejar de creerte sin verte, no podré dejar de soñar con sueños, ni de arriesgar en esta disputa constante.

niña bici

Llámame loca, desequilibrada o chiflada. Solo yo sé lo que he sentido, y es inexplicable. Hay veces que sobran las palabras, uno siente y solo queda dejarse llevar.

Me dejaré llevar donde tú me pidas, donde fotograma a fotograma rememoremos la historia, donde me supliques quedarme. Las historias de todo cuanto fuimos quedarán para siempre, en un recuerdo nítido que perecerá solo cuando yo me vaya, cuando nos encontremos. De alguna forma, esa misma esencia queda patente en todo cuanto tengo y busco, en todo lo que espero de los demás y en todo aquello que algún día pueda volver a sentir.

Hay determinadas personas que centellean con una luz potente y dejan rastro por allá donde pasan. Son esas que te hacen volver la cabeza y suspirar. Las que entran a tu vida como un torbellino y quedan de alguna forma tatuadas en lo más profundo de tu alma. Se reconocen por la seguridad que emanan por cada poro de la piel, por el zigzagueante camino que dejan a su paso, lleno de afabilidad, de bondad, de una ternura exacerbada.

Para mi tú siempre fuiste así. A dos pasos por encima del suelo. A tres palmos de alcanzar la cima. Rozando las constelaciones con las yemas de los dedos.

Tan, tan cerca, tan lejos ahora, tan tanto.

chica foto

Ella

niña ballet tutu

Salgo decidida al escenario, sin ápice de indecisión, valiente, segura. El telón se abre, una expectación absoluta, silencio sepulcral e incalculables ojos escrutándome con la mirada, deseosos, impacientes. Un foco me ciega la vista por segundos. Voy intentando adaptarme a la luz, buscando entre las hileras de asientos. Y, por fin la encuentro, siempre lo hago. Ella.

La gente desaparece, la luz atenúa el ambiente, encuentra la óptica idónea. Para mí no queda nadie en la sala, ni ruidos, ni murmullos, ni sombras. A pesar de encontrarse la sala llena hasta los topes, mi única y exclusiva fijación la encuentro unos asientos más atrás. Con cámara en mano, emocionada, orgullosa, intentando captar y congelar el momento. Atesorar el recuerdo. Me saluda con la mano y me quedo tranquila. Ya puedo comenzar.

Siempre fue así. El pasar de los años no cambió nada, y es que hay cosas que es mejor dejar como están.

Siempre la quise impresionar, mi único y ferviente deseo era que ella me viera, que disfrutara de mí, que se sintiera feliz. Uno siempre intenta brillar con su propia luz, rebrotar entre lo común y sentir aprobación por parte de aquellos a los que uno quiere.

Adoraba el momento de bajar a toda prisa por el escenario y lanzarme a sus brazos, qué me dijera lo maravilloso que había sido y lo asombrada que estaba.

madre y bebe

Más adelante, una se da cuenta de las cosas. Siempre deseosos por agradar, por sentir reconocimiento. Y hay personas a las que no hace falta impresionar. Ya lo están, hagas lo que hagas, desde el primer minuto de vida.

Ella me quiso aún cuando no me conocía, cuando me sentía. Me quiere cada día más por lo que soy, incluso cuando yo no lo hago. Me conoce como nadie lo hace, cada cicatriz, cada mancha, cada lunar, cada huella que quedó y no se fue, cada abrazo que sentí, las taras que recosí a conciencia y todas las imperfecciones que se intentan ocultar.

Besó mis rodillas magulladas, mis ojos lagrimosos. Me infundió valor, y lealtad, a las personas que nos aman, a los que siempre están. Rezó por  mí, imploró por todo aquello que yo deseaba. Lo sigue haciendo, cada día sé que lo hace.

Me siento agradecida, bendecida, por todo lo que ella me da. Por su cariño infinito, por su saber estar. Es mi referente. Mi heroína. Mi punto de apoyo, el pilar que sostiene mi vida. Siempre pendiente de los demás, de satisfacer necesidades ajenas. De mirar por el otro, sin esperar. No sé de donde encuentra la fuerza, el tiempo que exprime hasta la última gota. La lucha y las ganas incansables, siempre a punto, lista, preparada.

madre e hija rulos

Todo lo que soy se lo debo a ella, y más aún, todo lo que no soy. Casi que por eso le debo más. Porque un niño puede llegar donde quiera, pero necesita apoyo, motivación, y eso jamás me faltó. También ella tuvo una buena maestra. Terminamos inconscientemente repitiendo exactamente aquello que vemos, incluso lo que prometimos no imitar. Somos un “copia y pega” de lo que hemos vivido.

No sé si algún día podré transmitir también yo algo del legado que involuntariamente me dejan. Pero también es verdad, y soy consciente, de que soy el resultado de retales del pasado. Mi historia y mis antepasados me definen. No provengo únicamente de mis exclusivas vivencias o desarrollo personal. Soy todo lo que otros fueron. Aquello que legaron, que pasó de padres a hijos, y hoy me llega a mí. Los valores, las costumbres, un hilo invisible e imperceptible que nos une, acumulan una esencia imperecedera e indestructible que sobrevive generación tras generación.

Soy parte de mi historia familiar, del gorgoteo del río que fluye sin más. Todo pasa, nada queda.

Hoy, necesito casi de forma imperiosa, hacerle un guiño al pasado. Honrar de alguna forma a los que ya no están, a los que intervinieron en mi crecimiento, a todos aquellos que, de alguna forma, me han hecho ser lo que soy.

Y, por supuesto, a ella, que cada día me recuerda que la felicidad depende de cosas tan sencillas como la familia. Gracias por contribuir a todo cuanto tengo, soy y seré.

madre e hija maquillandose

Lo extraordinario permanece

Avanzas con timidez, con esa mirada burlona, desafiante, como si todos estuvieran pendientes de ti. Te ocultas entre la muchedumbre, observas, te ríes de la insensatez, de la locura.

hombre fumando

Sabes que tú también fuiste así algún día. Que cometiste los mismos errores, que también te dejaste llevar.

Sabes que también gritaste de alegría y lloraste por amor, que se te encogió el alma más de una vez, por aquellos remotos parajes, por aquel pueblo tan tuyo, ese por el que te partías la camisa, por el que se te humedecían los ojos en la lejanía.

Recuerda como te inventabas todas esas historias, las que contabas a los niños, gesticulando, con ese don de palabra, con ese entusiasmo tan propio tuyo, tan característico.

Recuerda como corrías por los campos, con todo ese frenesí, con esa risa alarmantemente ridícula. Cómo te sentiste cuando la viste, con esos trapos que llevaba, que te burlaste de sus andares, cómo te la comías con la mirada.

Recuerda las promesas que os hicisteis, las de las fiestas, las que sellabais con los besos que no os atrevíais a daros. Las de las confidencias a media noche, cuando os escapabais, cuando avanzabais impacientes por aquellas calles empedradas, tan ridículamente enamorados, porque lo estabais.

pareja antigua besandose

Fugaces recuerdos, maravillosos momentos.

Reconoce que te eclipsó, casi desde el primer momento. Tú, con esa simpatía arrolladora, quédate tranquilo, la enamoraste desde aquel día que huyó despavorida, con esas faldas imposibles, siempre tan presumida, tan trabajadora, tan “ella”.

No lo veas tan lejano, que no queda tan atrás. Que lo extraordinario permanece, que nunca se irá.

Acuérdate de aquél beso robado, de aquellas carcajadas que resonaban en la casa. Acuérdate del deseo, del afán, del anhelo.

Que no se te olviden tus ganas de comerte el mundo. Tu empeño por mejorar vuestras vidas. No olvides todo lo que ella te dio, lo que le diste, todo lo que os dijisteis.

Ahora eres un simple espectador, oculto en la sombra, en lo paralelo, en lo desconocido.

Nunca dejes de formar parte de esa historia, es tan tuya como suya.

pareja coche

Contadas y leídas

madre e hija

Te sentabas a mi lado, sujetando con la mano mi libro, yo leía en voz alta, poniendo voces, queriendo diferenciar a los personajes, haciéndolos reales, cobrando vida, saltando de página en página, reconstruyendo historias, memorizando frases.

Nos inmiscuíamos en sus vidas, formábamos parte de sus relatos y ellos de los nuestros, intercambiábamos opiniones, gustos y colores.

Era nuestro momento, de huir, de adentrarnos en lo desconocido, en lo peculiar, en lo fascinante. Nos reíamos con sus chismes, con esa forma de hablar tan característica, derramamos alguna que otra lágrima, buscando consuelo en las páginas contiguas, esperando ese cambio, la transición que desencadenara la variabilidad.

Evolucionamos con las historias, crecimos con ellas, viajamos y soñamos con ellas. Y sí, soñamos mucho, creyendo y teniendo esa fe inquebrantable en que todo aquello era más que real, porque al final lo era.

marilyn leyendo

Y es que aquello que se ve se aprende, siempre tú tan enganchada a tus libros, predicando con el ejemplo, abstraída en aquellas hojas viejas, con aquel olor tan suyo. Retales de trozos amarillentos con millones de palabras que forman montones de historias que deben ser contadas y leídas.

Quizá sea éste uno de tus mejores legados, aquello que se pasa de mano en mano y queda para siempre. Se me dio la oportunidad de creer, de evadirme, la oportunidad de experimentar, de aprender, de sobrecogerme con ello.

Me sentiría vacía en un mundo carente de fantasía, un lugar donde no existiera tinta y papel donde plasmar ideas, vivencias, donde poder refugiarse soñando con vidas distintas, con lugares que existen en trozos de cuartillas.

Al final resulta un vicio, se crea una necesidad imperiosa de mantenerlo cerca, te atraen incluso las portadas, las texturas, el grosor de las páginas, la tipología de letra…

Te confías a él de la misma forma que lo hace a ti. Sientes las historias como tuyas, las echas en falta cuando ya no están, te entristeces con el final, no por las historias que relatan sino porque algo termina. Dices adiós a sus personajes, y algo parece que se rompe por siempre.

Quedan esas ganas de continuar, cuando cierras la contraportada y quedas expectante, preguntándote, ¿Y ahora qué? ¿Qué sucede después?

Esa es la magia, ese sabor de confort que queda, ese punto y final.

parejas bicis

Testigos

el diario de noah

Llega sin avisar, y lo sientes, lo sientes de inmediato. La chispa se conecta en el momento preciso, recorre tu cuerpo, se acciona, la notas.

Sabes que es él, que ha llegado a tu vida, se te presenta en forma de duda, de miedo, de transgresión. Sabes que tienes la opción, la de avanzar o salir corriendo. De enfrentarte a la oportunidad que se te presenta o alejarte. Que puede salir mal, pero también bien.

Y decides correr a sus brazos, decides coger el testigo y abalanzarte, sin frenos, sin aprensión.

Y te das cuenta, que cuando tiene que ser es. Que llegó para quedarse, que lucha por ti. Reconoces lo que se llama AMOR, en mayúscula, con todas sus letras, con sus vocales y sus consonantes. Que tiene sentido, que congenia, que se funde, encaja.

Entiendes el significado de perfección, que nada tiene que ver con una relación idílica, sin altibajos, que muy lejos está de escenas exageradamente peliculeras en las que uno corre frente al otro, con los brazos extendidos, con una música de fondo que invita al suicidio más sensiblero, todo a cámara lenta, lloviendo corazones y pétalos de flores en su máximo esplendor.

Que la perfección son las ganas de estar presente, de luchar contra la adversidad en busca del fin común. Que la cuerda se rompe si tú tiras más fuerte, así que deberás aflojar cuando se necesite, que él también deberá hacerlo.

Que los enfados duran lo que duran, ni más ni menos, que deberéis reíros de vuestros propios fallos.

Que querer es poder, y mientras ambos quieran todo será posible. Que el querer es ilimitado.

pareja helado

Sabes que fue la mejor elección. Que contribuyó a tu cambio. Que te encuentras exactamente donde quieres estar. Con él vino la paz que siempre buscaste.

Simplemente lo sientes, es algo que fluye, que se sostiene entre vosotros, que se percibe, que se palpa.

Compañero perfecto, equipaje sólido, camino dudoso, preparación excepcional con ayuda mutua, buenas dosis de realismo, base fuerte, consistente y ganas, muchas ganas de seguir luchando.

El propio crecimiento personal va acompasado con el cimiento de vuestras propias bases, y ayuda saber que el otro estará dispuesto a dejarte crecer a su lado y crecer contigo, sin restricciones, sin ningún tipo de limitación.

Los caminos se fusionan y las vidas quedan englobadas en un todo. El todo que se agradece, el que se sostiene.

Tenía que llegar cuando llegó, sin prisas. Apareció en el momento preciso, el que se requería.

Ahora bendices esa unión, ese “para siempre”,  con esas ganas de despedazar el mundo juntos, y todos son testigos.

Testigos de las promesas, del brillo de los ojos, de las lágrimas que brotan de la emoción.

Testigos de palabras sinceras, dichas de corazón.

Testigos de hallar esas millones de formas de amarse.

baile del pueblo

Acto y Consecuencia

coney island bird man

Hoy, he estado pensando en todo eso de las casualidades, en el destino y en aquellas cosas que te hacen estar en el lugar y en el momento propicio.

No creo en el destino como tal, creo que cada decisión que tomamos a lo largo de nuestra vida determina lo que seremos y aquello en lo que nos convertiremos. Algo así como acto y consecuencia.

Cada día tomamos pequeños caminos, elegimos aquello que queremos o apartamos de nosotros. Cambiamos y reemplazamos, elegimos, nos equivocamos y volvemos a elegir. Todo es un círculo al fin y al cabo.

Sin embargo, no creo que exista la decisión equivocada. Creo que todo resulta en definitiva, beneficioso en cierta forma. Si acierto me alegraré, si me equivoco aprenderé y esa enseñanza me convertirá en aquello que al final seré.

También es cierto que a veces ocurren cosas inexplicables y sorprendentes que me descolocan por completo.

Quizá no crea en el destino, pero las casualidades me asombran, me maravillan.

Es probable que ese día tuviera que levantarme con el pie izquierdo, que la tostada llena de mermelada terminara aterrizando en mi vestido y tuviera que utilizar minutos que no tenía en cambiarme de ropa.

Es probable que el universo conspirara en mi contra para que en aquél fastidioso día de lluvia hubiera más tráfico del habitual en las calles, o quizá era precisamente eso, la lluvia, la que astutamente creaba ese caos, quizá en busca de ese momento que más adelante pondría ante mí.

Desnuda-bajo-la-lluvia

Yo, molesta con el mundo, gruñía para mis adentros cosas inentendibles, cosas que vienen a mi cabeza en momentos de estrés, de irascibilidad.

Encontré sitio para dejar el coche unas calles más allá de la oficina. Ataviada con carpetas, con el paraguas y con las prisas propias del día resbale en aquel suelo escurridizo. Los tacones no resultan grandes aliados en momentos como aquél, o quizá sí.

Alguien me ayudó a incorporarme sujetándome por detrás. Todas las hojas que llevaba estaban repartidas por la acera. Me giré y ahí estaba él. Como la última vez en la que le vi, con esa maldita seguridad que es inerte a él, siempre tan firme, con esa convicción que le delata, que proclama a los cuatro vientos con su sola presencia.

Y me sonreía, y no supe que decir, porque yo seguía igual de patosa que siempre, todo seguía tal y como quedó aquella primavera en la que forzosamente acabó.

Y me vinieron a la mente los mil y un recuerdos que intenté olvidar. Me veía a mi misma corretear por la orilla del mar, con los brazos extendidos, salpicando el agua a mi paso, gritando y riendo. Y él, sentado en la arena, observándome, riendo de mi locura, de mi espontaneidad.

chica playa

Recordé la mágica noche de verano en la que anotamos en papel todos los deseos que esperábamos que ocurrieran y que inocentemente quemamos después, con la firme intención de que volaran muy lejos para que volvieran a nosotros en el momento preciso, sin prisas.

Escuché las millones de conversaciones que mantuvimos por teléfono, me vi a mi misma saliendo al balcón, sentándome en el suelo mientras las horas corrían entre palabras que se perdían por ondas electromagnéticas, esas que conseguían que nos mantuviéramos el uno al lado del otro, incluso en la distancia más absurda. Las estrellas eran las únicas que presenciaban nuestras confesiones mas íntimas mientras nos intercambiábamos “te quieros” y “yo más”.

Y mientras me perdía en la nostalgia del amor adolescente, ese que enloquece el alma, la realidad me abofeteó.

Y ya no eras el mismo. Y yo, no soy la misma.

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