¡Bah!

Digo ¡Bah!, y lo digo fuerte, lo grito para que se oiga. Para que tiempo después se siga escuchando, para que el eco perdure en el tiempo. Para que cuando me olvide, se encienda una luz que automáticamente haga saltar la alarma y comience a escucharse ese “¡bah!” por toda mi mente. Para que me haga sonreír y recordar que la vida no es tan seria como aparenta. Que cuando  nos giramos de vez en cuando nos hace burla, pero de la sana, esa que parece gritar: déjate de ser tan tonta, deja de preocuparte sin motivo y llorar sin causa. Que ya vendrán momentos serios de verdad, que esos llegan sin ser llamados. Por ahora ríete hasta de lo que no haga gracia. Aparca por un momento las conjeturas, que obviamente no son más que eso, y deja que el río fluya, que los días pasen como deberían, exprimiéndolos de verdad, sacando todo su jugo, disfrutando el instante, y después el que le precede, sin dejar de hacerlo, y luego bébetelo de un trago, porque está bueno, porque es bueno.

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Tengo que concienciarme y hacer algún tipo de terapia para ser capaz de diseccionar y extraer las partes de mi personalidad que me impiden relajarme, disfrutar y aceptar que las cosas vengan de la forma en que lo hacen. Soy de ese tipo de personas que se pasa la vida deseando que ocurra aquello que espero, me como las uñas y tacho una y otra vez los recuadros de días del calendario esperando que llegue la fecha X, y que cuando lo haga sea como había imaginado que sería. Y si no lo hace ya tengo melodrama, tengo historia para rato y una excusa perfecta para rellenar vacíos con preocupaciones innecesarias.

Lo peor de todo, es que soy consciente de ello y más aún, se que debo zanjar de una vez por todas esta nefasta situación permanente que no hace sino impedirme disfrutar de las cosas que afortunadamente tengo, de las personas que amo y me aman. Simple y llanamente de lo pequeño de la vida que siempre es lo más grande.

Así que delante de todos digo ¡Bah! Manifiesto mi indudable oposición a mi comportamiento y prometo el cambio, sobre todo por mí misma, las preocupaciones nunca son buenas, aunque indiscutiblemente implican interés en algo, deseo y amor por algo. Pero hay formas y formas, y la elección de cómo sobrellevar la situación, de cómo aceptar lo que ocurre y agradecerlo, sea como fuere, nos corresponde únicamente a nosotros mismos.

También digo ¡Bah!, a las personas que buscar el daño ajeno, que  no se contentan con lo que tienen, que buscan infringir dolor a través de actos, gestos, palabras envenenadas. Los que se sienten vacíos e intentan llenarlo con vidas de otros, juzgando, creyendo tener verdades absolutas, incuestionables. Aquellos que dictan sentencia a cada paso. Sin compasión. Sin el ejercicio empático indispensable para entender, comprender, ponerse en la posición de otro. No todos hemos sido educados de la misma manera, ni tenemos gracias a Dios las mismas personalidades. La pluralidad siempre es un plus. Engrandece la humanidad. Lo que uno no piense lo hace el otro, y podrá complementarlo o conseguir anteponerlo provocando así la belleza de lo diverso, de lo antagónico, de las POSIBILIDADES.

beso tren

Todos tenemos detrás una historia que contar. Unas situaciones y vivencias que provocaron y contribuyeron a las personas que somos hoy. Me gusta conocer a otros y que sean completamente distintos a lo que yo soy. Porque ese ejercicio de comprensión, de respeto es fundamental para que la sociedad avance, para que nosotros lo hagamos, porque todo empieza por uno mismo, por un pequeño e insignificante grano de arroz, por la gota que colma el vaso, y por la primera lágrima que derrama alguien que ha sido herido. No se trata de perder la esencia que llevamos inerte y desprenden los poros de nuestra piel. No se trata de conseguir que otro ceda, ni ceder tú mismo. Es la maravillosa sensación de todos formar parte de algo, y que cada cual con sus colores dispares, con sus palabras contrapuestas y sus ideas aún más contrarias podamos formar el mosaico más espectacular e increíblemente bello de la historia de la humanidad. Respeto. No hay más que eso.

Un ¡Bah! Bien sonoro por lo que nos limita. O por las veces que nosotros mismos lo hacemos. Ni siquiera el hecho de que jamás haya sido posible no significa que ahora lo sea. Tú puedes dar comienzo a algo, ser el impulso para crear lo imaginado e incluso inimaginable. Partir de cero con ideas revoloteando como mariposas por tu lienzo en blanco, y darles forma, atreverte a coger un lápiz grueso y plasma un esquema, un guión de los pasos a seguir, de tu pequeña obra de arte. Una vez el proceso se inicia, lo demás viene rodado. Porque el arte, así como el amor, las ideas y todo lo que nos hace espabilar y lanzarnos al mar, brota por sí solo. Una vez el empujón se ha llevado a cabo, todo lo demás viene corriendo detrás, bulle con el calor necesario, y eso nace con la ilusión. Con la fe en que sea posible. Con la convicción y el amor que profesamos por aquello en lo que creemos.

Me hace gracia que muchas veces otros tengan que decirnos de lo que somos capaces. Que nos vean el potencial sin ser nosotros conscientes de ello. Una de las personas más importantes de mi vida es así. Insegura, vulnerable, necesitada de reafirmarse con las personas que velan por ella. Continuamente te pide tu punto de vista. Precisa de tus “sís” para llevar a cabo algo que piensa. Y le da una vuelta, otra más, y cuando ha embrollado todo y no hay más vueltas posibles, se decide. Puede llegar a resultar exasperante, pero  es tan tierna que no puedes si no comprenderla y animarla, porque además conoces y ves, como AGUA CLARA, su brillante aptitud,  su capacidad para conseguir más allá de lo que sueña. Para alcanzar ni lo que en mil vidas pudiera fantasear.

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Anímate. Déjalo todo y monta la pastelería de tus sueños. Que te importe un pimiento lo que otros piensen. Déjate de frivolidades e hipocresía. Que no importa los años que dedicaste a estudiar algo que no te satisface. Que se marche al carajo lo que se espera de ti. Y fórmate en base a lo que te haga feliz, a lo que TÚ esperas de ti mismo. Vale ya de dudas y de miedo. Sobre todo por habladurías, por miedo a fallarle a tal persona, porque la vida se te pasa, cada micro segundo cuenta, y no hay nada peor que cometer el GRAN error de vivir siendo OTRO. De no atreverse a soñar a la grande. Ya sea el sueño ser pescatera, astronauta, bailarina, equilibrista o voluntaria en África.

Y si alguien, alguna vez, se atreve a increparte con palabras lapidarias. Que se te llene la boca, pronuncia bien cada letra para que así lo entienda. Sonríele y atúrdele con un sonoro y desconcertante ¡Bah!

sigue el sueño

Sentir y hacer sentir

Nos definimos más por lo que hacemos que por lo que pensamos o decimos. Pocas veces recordamos las palabras de otros, que también. Hay determinadas ocasiones en las que una palabra dicha en el momento oportuno, trastoca la vida de uno por completo. Puede llegar a ser el eslabón que faltaba para coger el impulso necesario para saltar allá donde se quiera. Puede ser también el aviso indispensable para un punto y final. Para cortar las alas o reconstruirlas tan rápido como sea posible. Puede llegar a ser incluso el comienzo de una gran amistad o romper por completo años y años de confianza, de lealtad.

niño globos

Una palabra en sí no dice nada, pero en determinado contexto, momento o situación puede decirlo todo. Puede cambiar puntos de vista e incluso romper lazos que parecían indestructibles. El poder en un par de sílabas, en una frase escueta o parrafadas de líneas.

Estaba pensando el otro día en ello. En como un impulso desafortunado puede derivar en montones de palabras superpuestas una encima de la otra, como si hubieran sido escupidas de golpe, y terminar siendo el mayor desastre jamás acontecido. Puede terminar en charcos de sangre y mucho peor, hiriendo un corazón.

Si antes he dicho que nos definimos más por lo que hacemos lo retiro. Firmo aquí mismo mi renuncia a esas palabras, que conste en acta. CREO y ahora sí, que nos definimos por lo que hacemos sentir a OTROS.  Y eso, indiscutiblemente acompaña a la palabra y al hecho. Siempre recordaremos que “fulanito o menganito” nos hizo sentir tal o cual cosa. Al igual que otros nos recordarán por lo mismo. Por haberles hecho reír, llorar, pensar. Haberles hecho sentir a gusto, sentirse en casa, arropados, cobijados de la jauría. Haber sido capaces de crear en otro sensaciones, emociones que florecen de los poros de la piel, que se perciben con sólo tocarse.

Que son tan tangibles como invisibles. Y aún así tan ávidas como cualquier huracán. Que pasa atropelladamente por nuestra vida para ponerlo todo patas arriba y avisar. He estado aquí, lo he movido todo, ¡Reconstrúyelo! Comienza de nuevo. Otra oportunidad. Un aviso. Una ayuda para reiniciar, incluso para formatear tu vida y que no quede ni rastro de lo anterior. No fue. No existió. Nunca formó parte. Cuaderno nuevo. Folio nuevo. En blanco.

Es necesario cuidar y mimar cualquier detalle que salga por nuestra boca en forma de palabras. Para personas como yo, bastante impulsiva a ratos, quizá se necesiten buenas dosis extra de contención. De saber morderse la lengua. Contar hasta diez o hasta mil si hace falta. Irse a caminar, respirar, e incluso dormir y al día siguiente será. Que en frío se digiere mejor. Que desde la otra punta de la orilla se vislumbra la isla en toda su magnitud, completa, con la totalidad de sus partes. No es una ni dos, sino millones.

Puede que al final me quede con eso. Con las sensaciones que me evocan las personas que pasan por mi vida. Por lo que me han hecho sentir. Por la caricia que sentenció el inicio de mi historia de amor. Por el roce de su mano sobre mi mano. Por la textura y la suavidad de sus labios, que sentí con mis ojos cerrados. Que no vi. Por la melodía que fluye y brota de entre las cuerdas del arpa. Por sus manos dibujándola, dándole forma a una canción que puede interpretarse y SENTIRSE de mil formas distintas. Y evocar recuerdos. Y transformar el momento. Pasando de día gris, opaco y sin brillo al maravilloso y resplandeciente romanticismo que aportan unos acordes, unas bellas vistas de la ciudad, la gente en silencio escuchando, unos aplausos de fondo, las palomas dejando entrever y corroborando la esencia misma que nace de un minúsculo, insignificante e inolvidable instante. Insuperable.

hombre con arpa

“Me gustaban sus caricias y su pelo, y sus horas que eran mías, y mis labios en su piel. Y el aroma de ese perfume indiscreto que acostumbraba en el cuello donde tanto le busqué” .- Fernando Delgadillo.

Y es que te digo también, que ni siquiera es exclusividad de las personas, los lugares, la música, el sol sobre la piel, la lluvia arrastrando lo viejo, limpiando los traspiés errantes de la gente corriente, una flor vana, superflua, carente de signos vitales, olvidada, despojada de su razón de ser, también es arte y sensibilidad, también es amor y sentimiento. Y puede encender un corazón y enarbolarlo, dejarlo por siempre tocado, de una pureza y majestuosidad inusitada.

Hoy, cierro los ojos y elijo un momento de la semana. Una pequeña capilla, invisible para infinidad de viandantes que transitan sus calles a diario. Que no se percatan de su belleza decadente. Una música celestial, cantada a capela por una mujer, una voz prodigiosa, fuerte, capaz de transportarte a cualquier otro lugar con solo cerrar los ojos. Algunas velas perfilan los recovecos del oratorio. Unas lámparas de hierro caen del techo y presiden la estancia. Y de repente, sin más preámbulos, algunos presentes se suman a la canción. Voces melodiosas. Belleza indescriptible. Y yo, apartada del resto, soy testigo de toda esa magia. De toda esa aura que ha creado una suma de elementos.  Soy participe, me han hecho participe de alguna forma. Porque también estoy. Y desde mi discreta posición no puedo sino emocionarme. Dejar brotar las lágrimas por sí solas, sin presión, sin querer ocultarlas. Que no me avergüenzan. Dejar de pensar en el que dirán, en salir con la cara chorritosa de rímel. Disfrutar del momento. Del aquí. Ahora. Respirar profundamente sabiendo que este momento es único y jamás se volverá a repetir. Soy una privilegiada y hoy soy consciente de ello.

chica periodico retoque

Y tú, ¿Qué o quién te ha hecho emocionarte hasta dejarte perpleja y sin explicación alguna? Tiremos de la lengua. ¡También te ha pasado!

El poder de sentir y hacer sentir. Nada incomparable. Momentos que guardaremos para ti y para mí. ¿Los compartes?