Perspectivas

Chaparrón de realidad. Sucede en milésimas de segundo, mientras te distraían otros planes. Y se hace presente. Ocurre y molesta, porque no lo esperas, porque no lo deseas, porque pellizca tan dentro que duele, que deja huella, herida y posiblemente una costra bien grande.

chica lluvia

¿Y por qué yo? Y revisas una y otra vez el currículum de tu vida, desplumas y les sacas el polvo a los aciertos y desaciertos. Porque los tenemos, es inevitable, al igual que las cosas que ocurren. Intentas buscar el por qué a algo que no lo tiene. Y pactas con Dios, le suplicas piedad e inconscientemente te viene a la mente engatusarlo con alguna frase del tipo: Si al final no ocurre prometo…

Un cambio de intereses mutuos. Es el argumento que esperas defender. Cruzas los dedos para vislumbrar la media sonrisa y la aprobación en sus ojos. Pero no llega. Y esperas, siempre queda esperar.

La paciencia nunca fue mi fuerte y soy consciente que lo bueno requiere tiempo, que la comida a fuego lento sabe mejor y que el paisaje se disfruta a cada paso que das.  Pero el aquí y ahora ha reinado mi vida a lo largo del tiempo  y me cuesta endemoniadamente adaptarme a la dilación y al transcurso de las cosas, las pautas, los stop que hacen bajar la guardia y la bofetada que alimenta el ego y enmudece al instante.

Las cosas tampoco son siempre como uno las ve. Casi siempre, resultamos afanosos ante los acontecimientos, nos cubrimos los ojos con nuestras propias manos y andamos cegados, en todo lo que creemos saber. Y que nadie te diga lo contrario, porque te sientes con el derecho de queja, de llanto, de dolor. Y muchas veces no es más que perspectiva, que cambio de posición, de ver más allá.

amigas pelo

La mayoría de veces, por no decir todas, construimos muros a nuestro alrededor creyendo que aquello que dejamos dentro es justo cuánto necesitamos. No vislumbramos más allá de nuestra propia sombra, cabeceamos ante lo que contradice aquello en lo que estamos seguros saber, y ¡Nos perdemos tantas cosas!

Yo lo tengo claro, me rindo, abandono al enanito gruñón que me susurra todo lo que cree que ocurrirá, el que siempre se adelanta a los hechos, el que me hace suponer y situarme en las peores coyunturas, el que me amarga sin motivo y por cualquier causa. Lo destierro al país de los “nunca” jamás. Que lo encierren en la mejor de las mazmorras, ahí bien calladito, aprendiendo la lección, copiando miles de veces un “por el jamás de los jamases”.

Al final, todo ocurrirá a su debido tiempo, y tanto si sale bien como si no, habrá solución, siempre la hay, es solo que determinadas palabras y pensamientos trastocan todo cuanto imaginamos o esperamos y se nos desbaratan los planes, se nos hacen añicos y a nadie le gusta ver sus sueños hechos trizas.  Pero precisamente por eso existe la reconstrucción, la capacidad del borrón y cuenta nueva del que tanto nos hablan. Por algo amanece cada día a pesar de las nefastas noches pasadas. Por algo marcamos en el calendario el 1 de Enero como inicio de algo, por algo festejamos el 31 y abandonamos y desojamos todo lo que dejamos atrás. Por algo existen las páginas en blanco, por algo escuchamos el eco de la voz…

Nuevas ideas, nuevos proyectos, nueva ambición, nuevas soluciones y resoluciones. Estamos hechos para crear.  Se dice, que en los momentos de crisis es cuando surgen las ideas más brillantes. La comodidad de lo ya dado nos limita intelectualmente, nos predispone a una situación sine qua non de conformidad, de linealidad. La variabilidad es desafío continuo, es transgresión. Es la capacidad de levantarse, pensar, creer, resurgir de unas cenizas. La intención de romper con todo, de atreverse a todo.

chica feliz

Con esta reflexión no pretendo nada. Es una forma de autocrítica personal,  de pararme un momento a recapacitar y darme cuenta que en infinidad de veces, de lo peor sale lo mejor, y aún así, lo peor no es por ello lo que me espera o nos espera.

El tiempo, así como la forma de enfrentarnos a lo que venga, será el fundamento para el cambio en las cosas. Fácil y sencillo.

Telas inacabadas

Cuando esperas que te correspondan de una forma determinada, y quedas así, esperando. Que nada se predice, todo se interpreta de mil formas distintas, cada cual con la suya, con su razón, con sus motivos.

Pero esperas, porque es lo que toca, lo que corresponde arreglo a la situación, y te desilusionas, con las personas, con sus formas de hacer las cosas, con sus respuestas.  Y es que parece y ahora sé, que no se vive esperando.

mujer pensando y fumando

Buscaste una mirada, un comportamiento determinado, una explicación coherente después de cada desengaño, y solamente encontraste excusas erróneamente administradas, utilizadas desacertadamente. Quizá no hubo mala intención, pero fue exactamente eso lo que causó, involuntariamente o no.

Tú no habrías actuado así, porque en los momentos importantes es cuando se está, cuando se demuestra, cuando se arrima el codo.  Se comparten emociones, sentimientos a flor de piel, instantes que nunca perecerán por sí solos, como si perece la falta de motivación.

La alegría compartida se duplica, se triplica, se expande como pólvora. Y algunos afanosos tienden a esconderse, por no ser cómplices, por evadir cualquier muestra de júbilo.

Costaba más excluirse que ser participe, todo estaba preparado para ello, para dejarse llevar, para exteriorizar lo mejor de uno mismo. Pero parece que eso disgusta a unos cuantos que prefieren relegarse a un segundo plano, ver los toros desde la barrera, opinar, eso sí, despreciar, también.

La frialdad es la que ellos mismos demuestran. Es el arma que utilizan como escudo protector. Excusándose y acusándote de incoherencias desatinadas.

Y no espero más de ti, ni hoy ni mañana, ni próximamente. No esperes de mí. Quizá sea cierto eso de que las cosas cambian depende del ojo de quién las mira, y no le falta razón.

niños regalos

Todo fue exactamente contrario a como tú lo viste. No me creo que tantas personas estemos equivocadas.

Es triste, lo es, que después de tantos años surjan redecillas inconclusas, amistades que terminaron en cajón desastre, retales de telas inacabadas. Y tú ahí, intentando enhebrar la aguja, dejándote la vista en ello, pero la comisura del hondón cada vez es más estrecha y las ganas por intentar solucionar conflictos a los que ni siquiera encuentras raíz escasean, se agotan.

Quizá sea hora de despedir de la vida aquello que nos daña, a las personas que enturbian las relaciones, los que corren entre nebulosa dañina y contaminan la razón de todo lo que nos hace ser.  Hay determinadas personas que no están preparadas para ser participes de las satisfacciones de los demás, y aunque nos cueste entenderlo ocurre. Siempre ocurre.

Una rueda siempre gira sobre sí misma, y aquello que chafa y mancha mientras cree avanzar le vendrá siempre de vuelta, y enturbiará su propia existencia. La desdicha persistirá de forma constante porque nunca satisfará por completo su necesidad.

Y a mí solo me queda pena, porque no se puede sentir nada más ante situaciones así. Somos un viaje de ida, la vuelta no está asegurada. El camino será largo, y más vale compartirlo con personas que te lo hagan ameno, que te distraigan de las desgracias y sinsabores de la vida. Porque los habrá, no estamos exentos.

amigos

A lo largo del recorrido, sin quererlo y sin apenas ser conscientes, casi de forma automática, nos empapamos y nutrimos de todo lo que otros aportan a la crónica de nuestra esencia. Desde bien temprana edad, el entorno, así como los familiares, amigos, desechan y esparcen pequeños rescoldos de todo cuanto son, y nosotros los absorbemos sin titubeo. La personalidad propia se compone de múltiples factores, y uno de ellos posiblemente sea éste mismo.

No nos codeemos con aquello que no nos hace bien. Sepamos distinguir todo lo que enriquece la personalidad que queremos mantener o ser.

Aquí y ahora. Tú. Yo. Nosotros. Todo lo que está por venir. Todo lo que dejemos que venga.