Llega sin avisar, y lo sientes, lo sientes de inmediato. La chispa se conecta en el momento preciso, recorre tu cuerpo, se acciona, la notas.
Sabes que es él, que ha llegado a tu vida, se te presenta en forma de duda, de miedo, de transgresión. Sabes que tienes la opción, la de avanzar o salir corriendo. De enfrentarte a la oportunidad que se te presenta o alejarte. Que puede salir mal, pero también bien.
Y decides correr a sus brazos, decides coger el testigo y abalanzarte, sin frenos, sin aprensión.
Y te das cuenta, que cuando tiene que ser es. Que llegó para quedarse, que lucha por ti. Reconoces lo que se llama AMOR, en mayúscula, con todas sus letras, con sus vocales y sus consonantes. Que tiene sentido, que congenia, que se funde, encaja.
Entiendes el significado de perfección, que nada tiene que ver con una relación idílica, sin altibajos, que muy lejos está de escenas exageradamente peliculeras en las que uno corre frente al otro, con los brazos extendidos, con una música de fondo que invita al suicidio más sensiblero, todo a cámara lenta, lloviendo corazones y pétalos de flores en su máximo esplendor.
Que la perfección son las ganas de estar presente, de luchar contra la adversidad en busca del fin común. Que la cuerda se rompe si tú tiras más fuerte, así que deberás aflojar cuando se necesite, que él también deberá hacerlo.
Que los enfados duran lo que duran, ni más ni menos, que deberéis reíros de vuestros propios fallos.
Que querer es poder, y mientras ambos quieran todo será posible. Que el querer es ilimitado.
Sabes que fue la mejor elección. Que contribuyó a tu cambio. Que te encuentras exactamente donde quieres estar. Con él vino la paz que siempre buscaste.
Simplemente lo sientes, es algo que fluye, que se sostiene entre vosotros, que se percibe, que se palpa.
Compañero perfecto, equipaje sólido, camino dudoso, preparación excepcional con ayuda mutua, buenas dosis de realismo, base fuerte, consistente y ganas, muchas ganas de seguir luchando.
El propio crecimiento personal va acompasado con el cimiento de vuestras propias bases, y ayuda saber que el otro estará dispuesto a dejarte crecer a su lado y crecer contigo, sin restricciones, sin ningún tipo de limitación.
Los caminos se fusionan y las vidas quedan englobadas en un todo. El todo que se agradece, el que se sostiene.
Tenía que llegar cuando llegó, sin prisas. Apareció en el momento preciso, el que se requería.
Ahora bendices esa unión, ese “para siempre”, con esas ganas de despedazar el mundo juntos, y todos son testigos.
Testigos de las promesas, del brillo de los ojos, de las lágrimas que brotan de la emoción.
Testigos de palabras sinceras, dichas de corazón.
Testigos de hallar esas millones de formas de amarse.