Lo elijo entre doce

Me gusta Marzo. Me suena hasta bien al pronunciarlo. Corto y directo, enfatizando esa Z que le aporta personalidad. Así me llega el mes, rápido y sin dilación. A las puertas ya de la misma primavera. Del cambio de hora. Un salto bien grande hacia delante. De dos a tres y tiro porque me toca.

salto al agua

Marzo es comenzar de cero. Es darte cuenta que las cosas cambian, que nada permanece y dura para siempre, es transgresión y vitalidad. Es creer que todo es posible. Adiós a las penas, a la tristeza y melancolía de la lluvia, del frío. Son flores que florecen y días iluminados, de esos en los que tienes que entornar los ojos porque la potencia de los rayos limita tu visión, y a pesar de ello, te saca una sonrisa bien grande.

Marzo me hace desperezarme y sentirme preparada para todo, me saca de un salto de la cama con ganas de ruido, de risas fuertes, de griterío en terrazas con cañas por medio. Marzo es ambición, son uñas pintadas de colores alegres, son estampados imposibles y unas ganas tremendas de quedarse aquí. De no salir corriendo. De querer estar.

No siempre el mes me ha traído lo mejor. Consigue recordarme quizá alguna de las cosas que más me duelen. Y a pesar de ello, lo elijo entre doce. Es aceptarlo tal y como es. Con sus sorpresas y decepciones. Con las buenas y las no tanto. Es saber que lo perfecto aburre, y que sí fuera tan lineal como otros no me haría sentir, y quizá sea eso lo que más agradezco, la paleta de colores, el yin y el yang, la diferencia que marca con todo lo que me recuerda, y peor aún, con todo lo que sé que podría haber sido.

A pesar de todo, no pierdo la esperanza, porque cuando crees en algo, cuando pones todo tu empeño y tienes la firmeza y convicción necesaria, OCURRE.  Se transforma en real, en auténtico, lo bueno sabe mejor, y lo peor no lo ves tan malo. No sé si es el cambio de óptica, e incluso el mes, que sin yo saberlo me invita a creer en él, dejándome pistas por todos lados, haciéndome soñar con lo que otros me han arrebatado. Es fe, ilusión y ganas de cambio.

Dicen que cuando algo te gusta se nota, lo delata tu actitud, tu forma de andar, de comportarte, incluso los rasgos de la cara se suavizan y te ves más guapo. Cuando algo te gusta, ese mismo “ENTE”, llámalo como quieras, es consciente de ello, y lo dado es devuelto multiplicado por millones más. Lo mismo ocurre con las personas con las que congeniamos, las que “nos caen bien”. Creo que sin darnos cuenta irradiamos esa felicidad en ellos, esa sensación de “coge mi mano que te sujeto”, esos brazos abiertos, esa ACEPTACIÓN, que de alguna forma se presume. Se percibe, no se sabe bien cómo, pero lo hace. Y justo lo que estamos proyectando nos es devuelto, a través de complicidad, de empatía, de SIMPATÍA mutua.

foto amor

Quizá sea así con todo. Quizá tengamos que cargarnos de energía positiva, envolvernos constantemente de buenas vibraciones, de buenas palabras, de mejores pensamientos. Ir dejando a un lado lo que nos aterroriza para dejar el entorno limpio de injerencias desconocidas.

Quizá debamos sumar apoyos y restar mucho más los daños colaterales, pasarlos de largo, no detenernos tanto a pensar en ellos. Hacer fuerza, unos con otros.  Cogernos bien fuerte para formar una cadena humana. Para librar las batallas juntos, para no sentirnos solos ante las dificultades, para recibir apoyo, para ofrecerlo también. Para cerrar círculos. Para abrir nuevos. Para que se produzca el cambio, para que disfrutemos de ello. Para agradecerlo. Para trastornarnos y aún así encontrar el por qué. Para comprender que las escaladas más duras conllevan mayor responsabilidad, mayor esfuerzo, mayor trabajo y MEJOR recompensa. Mejores vistas. Mayor gratitud e infinitamente mayor satisfacción.

Marzo es color, es la sorpresa de quién descubre algo escondido durante generaciones, lo pule y lo hace brillar. Es la belleza de lo espontaneo, de lo natural. Es una risa sin porqué. Es la luz al final del camino. El café que invita a una pausa de trabajo a marcha forzada. El primer sorbo de una cerveza bien fría, con los ojos cerrados, saboreándola y dejándose llevar por el romanticismo de la vida. Por lo que se nos regala, por lo que disfrutamos.

Marzo es la sencillez de quién no espera fastuosidades, de quien en lo banal encuentra lo sublime. De lo que se hace esperar. Marzo son los días previos al viaje. El ansía de que llegue con el miedo a decir adiós demasiado pronto.

chica zapato

Me gusta porque sí, sumado a todo lo que me provoca.  Y ahora sólo cabe esperar, que nos sorprenda, que nos llene de vida, que la felicidad sea exponente de lo que anhelamos y que Marzo lo cumpla todo, que no deje nada por hacer, que no nos quede nada por soñar.

Y tú, ¿Con cuál te quedas?

El mío entre doce.

Perspectivas

Chaparrón de realidad. Sucede en milésimas de segundo, mientras te distraían otros planes. Y se hace presente. Ocurre y molesta, porque no lo esperas, porque no lo deseas, porque pellizca tan dentro que duele, que deja huella, herida y posiblemente una costra bien grande.

chica lluvia

¿Y por qué yo? Y revisas una y otra vez el currículum de tu vida, desplumas y les sacas el polvo a los aciertos y desaciertos. Porque los tenemos, es inevitable, al igual que las cosas que ocurren. Intentas buscar el por qué a algo que no lo tiene. Y pactas con Dios, le suplicas piedad e inconscientemente te viene a la mente engatusarlo con alguna frase del tipo: Si al final no ocurre prometo…

Un cambio de intereses mutuos. Es el argumento que esperas defender. Cruzas los dedos para vislumbrar la media sonrisa y la aprobación en sus ojos. Pero no llega. Y esperas, siempre queda esperar.

La paciencia nunca fue mi fuerte y soy consciente que lo bueno requiere tiempo, que la comida a fuego lento sabe mejor y que el paisaje se disfruta a cada paso que das.  Pero el aquí y ahora ha reinado mi vida a lo largo del tiempo  y me cuesta endemoniadamente adaptarme a la dilación y al transcurso de las cosas, las pautas, los stop que hacen bajar la guardia y la bofetada que alimenta el ego y enmudece al instante.

Las cosas tampoco son siempre como uno las ve. Casi siempre, resultamos afanosos ante los acontecimientos, nos cubrimos los ojos con nuestras propias manos y andamos cegados, en todo lo que creemos saber. Y que nadie te diga lo contrario, porque te sientes con el derecho de queja, de llanto, de dolor. Y muchas veces no es más que perspectiva, que cambio de posición, de ver más allá.

amigas pelo

La mayoría de veces, por no decir todas, construimos muros a nuestro alrededor creyendo que aquello que dejamos dentro es justo cuánto necesitamos. No vislumbramos más allá de nuestra propia sombra, cabeceamos ante lo que contradice aquello en lo que estamos seguros saber, y ¡Nos perdemos tantas cosas!

Yo lo tengo claro, me rindo, abandono al enanito gruñón que me susurra todo lo que cree que ocurrirá, el que siempre se adelanta a los hechos, el que me hace suponer y situarme en las peores coyunturas, el que me amarga sin motivo y por cualquier causa. Lo destierro al país de los “nunca” jamás. Que lo encierren en la mejor de las mazmorras, ahí bien calladito, aprendiendo la lección, copiando miles de veces un “por el jamás de los jamases”.

Al final, todo ocurrirá a su debido tiempo, y tanto si sale bien como si no, habrá solución, siempre la hay, es solo que determinadas palabras y pensamientos trastocan todo cuanto imaginamos o esperamos y se nos desbaratan los planes, se nos hacen añicos y a nadie le gusta ver sus sueños hechos trizas.  Pero precisamente por eso existe la reconstrucción, la capacidad del borrón y cuenta nueva del que tanto nos hablan. Por algo amanece cada día a pesar de las nefastas noches pasadas. Por algo marcamos en el calendario el 1 de Enero como inicio de algo, por algo festejamos el 31 y abandonamos y desojamos todo lo que dejamos atrás. Por algo existen las páginas en blanco, por algo escuchamos el eco de la voz…

Nuevas ideas, nuevos proyectos, nueva ambición, nuevas soluciones y resoluciones. Estamos hechos para crear.  Se dice, que en los momentos de crisis es cuando surgen las ideas más brillantes. La comodidad de lo ya dado nos limita intelectualmente, nos predispone a una situación sine qua non de conformidad, de linealidad. La variabilidad es desafío continuo, es transgresión. Es la capacidad de levantarse, pensar, creer, resurgir de unas cenizas. La intención de romper con todo, de atreverse a todo.

chica feliz

Con esta reflexión no pretendo nada. Es una forma de autocrítica personal,  de pararme un momento a recapacitar y darme cuenta que en infinidad de veces, de lo peor sale lo mejor, y aún así, lo peor no es por ello lo que me espera o nos espera.

El tiempo, así como la forma de enfrentarnos a lo que venga, será el fundamento para el cambio en las cosas. Fácil y sencillo.