Reblandeciendo un corazón

Hoy, es un día de esos, en los que me siento frente al ordenador y las palabras se me amontonan en la mente. Quiero que mis dedos tecleen deprisa, que no se pierdan nada de todo lo que quiero escribir. Pero son más lentos. No pueden ir en consonancia con la rapidez con la que pretendo machacarlos. Y ya se sabe… Despacito y buena letra.

escribir cuaderno

Hace unos días fui al cine. Y no, no es una heroicidad ni un hecho destacable por sí mismo. Sin embargo, se me hace imposible no nombrarlo, dejarlo apartado a un lado como sí no hubiera importado. Porque lo hizo. Algo en mí cambió esa noche. Y no exagero. Lo escribo con el corazón en la mano (casi literal).

Me decanté Nos decantamos por “Antes de ti”. Y menos mal que así fue. Es una de esas películas que atraviesan en mil agujeritos el alma, como si rayos de sol estuvieran perforando en ella. Te dejan tocado. Machacado. Extasiado. ¡Y bendito sea!

Es una de esas películas que te dejan sin palabras. Suspiras con los créditos finales y, cuando terminan, necesitas de un buen estruendo y tiempo (bastante tiempo) para volver a la REALIDAD. Se hacen imprescindibles unos segundos para concienciarse de lo que allí acaba de ocurrir.

Es una lucha por parte de la protagonista entre su deseo y la aceptación del deseo contrapuesto de otro. Una batalla tremenda con la que lidiar sin perder la sonrisa, la humanidad, la belleza de la honestidad y la grandeza del amor. Una auténtica lección de vida.

Las personas necesitamos creer en el lado bueno de las cosas. Necesitamos imponer esa exigencia a aquellos que le son negados. ¡Y nos cuesta horrores aceptar la posición de otros cuando distan tanto de la nuestra! Cuando nos resulta imposible de ver, de creer, de entender. Nos aferramos a la idea de conseguir que vean la verdad a través de nuestros ojos. Que entiendan cómo nos sentimos o cómo amamos. Y no se puede debe intentar cambiar a las personas, lo único que se debe hacer es AMARLAS. Por lo que son. Con sus virtudes y defectos. Con sus decisiones, incluso aunque no las entendamos o compartamos. Con su coraje y el apego a aquello que desean. Somos seres únicos, independientes, con nuestros pensamientos diversos y nuestras circunstancias extrapoladas. No podemos juzgar a otros sin calzar sus zapatos, sin andar su camino, con sus obstáculos diferentes, con sus VERDADES, que también lo son.

pareja militar

Es complicado aceptar que alguien a quien amas decida marcharse. Sólo encuentras razones para que no lo haga, intentas por todos los medios hacerle ver las infinitas oportunidades que tiene, que cabeceé, que vuelva la vista atrás y consiga ver la luz y el brillo en las pequeñas cosas. Que se sorprenda con nuevas experiencias, emociones y sentimientos que creyera olvidados. Pero no hay nada peor que sentir que se carecen de POSIBILIDADES. Porque ya lo dice Will en su carta final “Saber que las tienes es un lujo”. Poder contemplar el horizonte sabiendo que no tiene fin, que se ampliará a cada paso, que crecerá con cada sueño, con cada ilusión, con cada esperanza. Tener la certeza que levantarás mañana pudiendo cumplir con lo deseado. Que vivirás, de una forma u otra, pero tu existencia quedará marcada por tus pasos, por tus decisiones y por la huella que decidas crear, pero al fin y al cabo es eso, VIVIR, respirar, oler, sentir, ESTAR.

Y a pesar, de que creas, con toda la fuerza de la que eres capaz, con una firmeza absoluta, sin titubeo, sin temblor al escribir, sin dilación, que puedes cambiar la visión del otro, su parecer respecto a su particular visión del mundo, no te equivoques. Lo mejor que puedes hacer es admitir sus verdades, su realidad. Ser capaz de sonreír ante la adversidad. Ante el temblor de piernas que pueda producirte determinada situación. La forma en la que decides vivir a su lado, quede lo que quede, la forma en la que decides admitir el hecho que te concome, será el que lo determinará todo.

Me gusta la sonrisa de LU, cada día, por todo, a pesar de todo. Me gusta su dulzura, su inocencia, su bondad. Me gusta esa necesidad de dar AMOR. De entregar sin esperar recibir. Me gusta que sin ella darse cuenta, con esa paciencia infinita, con esa magia que irradia, cambie la existencia de alguien que ya no espera nada. La espontaneidad, la empatía, la alegría que trasmite, son decisivas para reblandecer un corazón demasiado machado por una vida carente de ilusión.

Puede que con las muchas enseñanzas que trae consigo la película, me quede con esa. La autenticidad, la fe en las personas y las cualidades impalpables que uno sin saberlo va derrochando allá donde va.

Serena playa

El grano de arroz, la gota del mar, la sonrisa de complicidad, el gesto de apoyo, el silencio, la amabilidad… SÍ pueden cambiar el mundo, o mejor aún, cambiar el mundo de alguien.

Y de repente, ZAS.

Has tenido que coger las maletas y marcharte lejos. Un océano profundo y desconocido te separa del mundo que creías para ti. Allí lo dejaste todo. Sueños que se transformaron en otros. Personas a las que cada momento recuerdas, a las que esperas volver a ver pronto. Diarios con historias que acabaron y besos que no fueron. Palabras que ya no podrás volver a repetir. Álbumes de tus recuerdos.

chica chic maletas

Tuviste miedo y te hiciste fuerte. Demostrarte que valiente es el que se decide a serlo. Es una decisión, no una cualidad inerte. No sabes bien si la situación te arrastro a ello o fue tu determinación la que gritó basta. Pero ahora resuenan tus palabras como un eco. Se te devuelve lo dado. Y quieres huir un rato.

Sonaba más fácil de lo que fue, de lo que está siendo. También te digo que lo es más de lo que crees. Cada cosa que uno hace importa. Cada momento, cada decisión, cada palabra pronunciada, todo afecta de manera imperceptible a otros, incluso a uno mismo. No importa la realidad que te envuelva, tu actitud, tu especial manera de observar el mundo y vivirlo podrá cambiarlo todo.

Te diré algo, la mayoría de personas zambullen su cabeza entre las sábanas, se cobijan ante el miedo, la realidad es cruda y muchos terminan abandonando. Tú no lo hiciste, no lo hagas, porque eso te hace extraordinaria, valiente y fácil de admirar, de poner como ejemplo, de ser ejemplo.

Es fácil reír cuando todo marcha bien, cuando estás rodeada de gente que te quiere y a la que quieres. Es fácil olvidar lo difícil entre copas y amigos. Pero luego toca despertarse, volver a la realidad y asumir el rol de tu juego. Cuando se está sola, cuando la calle está oscura y un doloroso silencio se adueña de las paredes de la habitación, las cosas, los recuerdos, la ausencia, los kilómetros, el frío, el calor, el maldito hueco en el colchón, duele más, mucho más.

Se echa en falta la facilidad de un toque de teléfono para verse a las seis, se echa en falta las calles que te vieron crecer, el buenos días de la panadera de enfrente que te saluda con una sonrisa, y se añora como no sabes cuánto el “lo de siempre, ¿no?” de la chica de la cafetería de la esquina. Esa sensación de estar en casa, de cerrar el círculo cogiéndose de la mano, ese beneplácito que producen las raíces en el suelo. Amarrarte a algo, la comodidad de ESTAR en el lugar al que perteneces.

brittany

Pero el hogar lo crea uno mismo. Puedes pintar las paredes de colores cálidos, recoger semillas e ir dejándolas caer por el suelo, florecerán hermosas flores. Puedes llenar la habitación de recuerdos que guardarás para el momento oportuno, para sorprender a las personas que te esperan. A ti no te hace falta nada, coleccionarás increíbles y bellos instantes que fotografiarán tus pestañas, que las retinas de tus ojos guardarán para ti.

Los sueños viajarán a la velocidad de la luz, porque a cada paso uno nuevo crecerá. Son experiencias que acumular en la mochila de la vida. Retratos para colgar en marcos de fotos, cicatrices que tatuar en tu alma. Déjate sorprender. Déjate llevar. No juzgues y espera. Camina lento y saborea el instante. Guárdalo para ti. Haz listas interminables de cosas por hacer, de lugares recónditos que descubrir. Tómatelo con calma. Despójate de las hojas del calendario, no cuentes los días con los dedos, cuenta las sorpresas, la gente que salga a tu paso y merezca la pena, la que decida quedarse. Cuenta los momentos sin prisa, tomando un café en el coffee de la esquina. Cuenta la belleza de la música callejera, la sensación que te produjo escucharla, lo que te evocó, el bello erizado del brazo y la mente que por instantes voló tan lejos. Que al final no se necesitan tantas horas de avión. Es arte. Es sensibilidad a flor de piel. Es empatía y recuerdos, tantos recuerdos…

Aprende de otros, de su cultura, de su lengua, de su particular visión del mundo. Habla con otros. Conóceles y deja que te conozcan. Empápate de su esencia e imprime tu huella. Intercambia opiniones, degusta la gastronomía del país, sorpréndete de su variedad y su riqueza.  Y sobretodo escucha, escucha, ESCUCHA.

Pelea por construir tu bonito castillo. Pelea cada día, cada minuto, cada segundo. Levanta la cabeza y sueña. Desde aquí creemos en ti, nunca hemos dejado de hacerlo. Necesitas darte cuenta. No estás sola. La distancia no puede con el amor, de hecho no puede con nada que nazca puro.

«Compañera, usted sabe que puede contar conmigo, no hasta dos o hasta diez, sino contar conmigo».- Mario Benedetti.

Es tu momento, el de nadie más. Muestra tu valía, tu autenticidad y tus ganas indestructibles de permanecer en pie ocurra lo que ocurra.

Va, y enamórate un poco, o mucho, demasiado. Enamórate sin miedo. Deja la coraza apartada por una vez. Déjate de frases hechas y tópicos que ni tú misma crees. No eres lo que aparentas o lo que muestras. Bajo todas esas capas que te envuelven hay alguien tremendamente dulce reclamando amor, reclamando lo imprescindible para alzar el vuelo. Y me da igual que lo niegues. Que saques tu bandera reivindicativa de “independiente”, de “no es necesario el amor” porque bien sabes que lo es. Que las piernas te tiemblan sólo de pensarlo. Y sé que en alguna parte, en algún lugar alguien desmontará el muro que te rodea. Te desestabilizará hasta quedarte sin aliento. Y ya me contarás. Y tendrás otros argumentos que debatir. Algo así como “pero es TAN diferente…”.

pareja beso bonito

Sólo te digo algo. Atenta. En cualquier lugar, en cualquier momento…

Vuelve la vista, un poco más a la derecha, ponte de puntillas…

Y de repente, ZAS.

Próxima parada

Todas las personas se encuentran librando alguna batalla. Eso es así. La vida es así. Nadie dijo que las cosas buenas fueran fáciles y mucho menos que estuviéramos exentos de tener que sacar la artillería pesada en el momento más inoportuno. No importa lo rosa que sea tu vida o lo mucho que te gustaría que fuera.  Estamos en el punto de mira, listos para ser sorprendidos a la mínima de cambio. Somos objetivos en potencia desde el minuto uno de vida, puede que incluso mucho antes.

chica fotografos

A pesar de la continua lucha que tenemos que guerrear y obligatoriamente ganar, soy de las personas que piensan que incluso toda esa “mierda”, perdón por la expresión, merece la pena. Siempre lo hace, porque cuando vengan las cosas buenas, que llegarán, como el arco iris después de una inmensa tormenta, sabremos el por qué, la razón, y entenderemos todo aquello que entonces nos resultaba imposible. Lo bueno llega, tarde o pronto pero llega. Y también se que la fluctuación y ese ininterrumpido vaivén de “bueno y malo, de peor o mejor” nos hace reconocer, constatar y valorar infinitamente más cada momento, cada intersección en la que nos encontremos sin saber a dónde tirar.

Viajando en el metro, en uno de esos días que no hay prisa, me puse a observar a la gente e imaginar sus vidas. Un niño de no más de cinco años no dejaba de intentar llamar la atención de su madre sumida en la esclavizada vida tecnológica. Hacía carantoñas, no dejaba de moverse de arriba abajo, le acariciaba el pelo, la peinaba con sus regordetes dedos, e intentaba él también ser partícipe de la conversación vía WhatsApp que posiblemente ella estuviera manteniendo. Era pura y sencillamente un grito de socorro, de aviso, de “estoy aquí”. Su pequeña lucha, su “hacerse notar” me conmovieron profundamente y me hicieron reír. Aprendemos rápido y desde bien temprana edad ya nos conocemos todos los recovecos necesarios para pegar la fuerte patada en el suelo y decir “basta”.

Unos metros a mi derecha un chico joven con los cascos puestos, la música excesivamente alta y mirada perdida. Quizá dejándose llevar por todo ese ruido que a vista de otros no dice nada y a él se lo dice todo. Seguramente encerrado en el mundo que solamente él cree entender. Huyendo, volando, reivindicando su lugar. Expresándose a su manera, sintiendo a su manera. Evocando. Imaginando. Creyendo que algún día llegará. Dando color a las sombras. Ahuyentando el miedo haciéndose notar. O escondiéndose de aquellas cosas en las que no cree. Un minuto para sí mismo. Una canción que parece esconder la óptica idónea para presumir de un deseo. Le habla de lo que vive y grita por él. Y se siente a gusto, resguardado, cobijado entre el calor de palabras, sonidos, notas, acordes de guitarra.

chico interesante

Una mujer mayor me mira y yo la miro a ella. Sólo observa, como yo. Tiene las manos entrelazadas y una manicura cuidada, perfecta. Alguien me dijo una vez que las manos delatan, que hablan por sí solas. Yo también lo creo. Las arrugas surcan el dorsal de su mano, la perfilan y endulzan. Lleva alianza, siempre me suelo fijar en ello. Creo que debe ser luchadora, fuerte, no sé, lo noto. A pesar de lo dura que puede haber sido su vida no debe perder la esperanza, sus ojos le siguen brillando, ahí debe haber mucho amor. Habrá abrazado mucho y reído, también llorado. Habrá curado heridas a besos y corazones rotos con chocolate caliente y abrazos a montones. Tiene que ser metódica y dulce. Casi puedo ver plasmados en su cara la infinidad de besos que ha recibido. Debe dar mucho sin esperar nada. Me recuerda a alguien. La veo un poco a través de ella. Se acaricia el pelo y suspira. Es su parada. Poco a poco se incorpora y con paso lento se marcha. Ha enternecido mi corazón y ella sin saberlo. Ya ves. El halo familiar y de confort que ha dejado me acompaña rato después. Eso me sorprende, la capacidad de crear sensaciones en otro, incluso ajeno a nuestra propia vida, sin conocernos.

Una pareja de quinceañeros discuten. Él levanta la voz, ella murmura palabras sueltas, como si de un susurro tratara. Automáticamente dejan de hablar. Ella clava la mirada al frente y él cabecea al son de sus pensamientos. Quizá indignado, enrabietado o cabreado. Las fracciones de su cara comienzan a suavizarse. Aún así no cede. Ha decidido guardar silencio. En otro momento será. Ella sigue absorta, ensimismada. No tiene prisa y tampoco le incomoda la situación, parece tranquila, está dispuesta a olvidarlo todo, a caminar a paso lento y Dios dirá.

chica sola banco

El amor es un poco eso, bajar la guardia, tomarse un tiempo para respirar. Es conocer al otro. Dejar de tirar en contra dirección. Ceder. Soltar el freno.

El amor es paciencia y comprensión. Lo debe ser incluso sin entender nada. A veces no se necesita más que el silencio, saber que el otro estará ahí incluso cuando saque a relucir su peor faceta. Porque la vida está llena de momentos realmente bellos con personas imperfectas. Hoy le toca a él y mañana será ella.

Lección aprendida.

Suena el aviso de próxima parada. La mía.

Tú y yo nos vemos otro día.

Explotas de Amor

A veces pienso qué cambio, luego me doy cuenta que fuimos nosotros los que lo hicimos. Un par de niños desafiando al juego del amor. Que no basta con una botella y un par de besos. Que las mariposas en el estómago no alcanzaron para hacernos volar, ni siquiera fuimos capaces de levantarnos del suelo.

beso vintage

Me mostrabas el mundo con tus prismáticos invisibles.

-¡Míralo otra vez!- Me retabas…

 Y yo juraba que lo veía, y ¡es que lo hacía! Ahora, años después, alejada de todo lo que fui contigo, soy incapaz de verlo. Tu ausencia me lo niega, lo hace desde que te fuiste. El azul adquirió otro color, no peor, diferente. Incluso las azaleas parecen mecerse distinto con la cálida brisa del sur.

-Métete entera, déjate de tonterías- Me gritabas riendo de mi cursilería barata.

Intentaba desafiar al tiempo contigo, hundirme en el mar y dejar que toda su espuma se apelotonara bajo mis pies. El oleaje crecía y con él el frío que me erizaba el bello de la nuca, como si susurrara, como si quisiera dejar constancia de algo. Estaba ahí, entre los dos, siendo testigo de todo ese amor inocente, puro, que cabalgaba valiente entre mundos distintos.

Corriste tan deprisa por mis espaldas que me pilló de sorpresa, terminé tan empapada como esperabas, los labios me tiritaban a traición y solo pude reír. Balbuceé alguna palabra, casi imposible de recordar, ¡Pero como reía! Y como lo hacías tú. Con esa sonrisa que enamoraba a cualquiera. Los ojos chisposos de una felicidad que nace casi de sopetón, sin aviso, explotas de amor, como un globo que sobrepasa el límite, ni una pizca de aire más. Pero para ti no lo había, nunca lo hubo, las reglas solamente eran hileras de palabras hechas para ser desvirtuadas, cambiadas a tu antojo.

-¡Maldito embaucador!, no me engañas más- Me moría de la risa a cada palabra. Porque lo sabía. Caería rendida una y otra vez. Volvería a caer las veces que hicieran falta.

noah allie helado

Tu imprevisibilidad me desbarataba los planes, rompía con todo en lo que creía y era, y cada día me daba más cuenta de que no tenía  ni idea de nada. Las cosas así son mejor. De sorpresa. Sin miedo. Sin preguntas. Uno debe sorprenderse a sí mismo. Dejar a un lado todos esos “algún día” y por fin SER/ESTAR/IMAGINAR/SOÑAR/CREAR/ARRIESGAR hoy.

Qué estúpida manía de postergarlo todo. De creer que llegará el día perfecto para llevar a cabo los sueños. Y se tiene el impulso, la rabia necesaria o nunca llegará. Tú me lo enseñaste, al igual que muchas otras cosas. Lástima que me aún me encuentre sumida en esa rueda de “luegos”. Y tengo menos perdón que nadie, porque mira que te empeñabas, pero al final me quedé sin nada. Lecciones que no se llevan a la práctica, quedan como una simple teoría, una historia que contar a otros.

Querías comerte el mundo a dos manos, y yo sabía que lo harías, que cumplirías todo eso que decías. Jamás conocí a nadie tan valiente, tan seguro. Me maravillabas, tú, enterito, con un guiño de ojo y un gesto malicioso. Ardía por ti, de ti.

Y te fuiste. Y no te seguí. Me quedé esperando reponerme algún día. Tenía mucho por hacer, crecer, estudiar, enamorarme mil veces más, perder, arrepentirme…

Porque habría bailado contigo tango en Argentina. Habríamos recorrido las calles de París cantando “la vie en rose” poniendo morritos franceses a cualquier viandante que se nos cruzase. Me habría perdido contigo, una y otra vez, con una vespa y botella de vino por el tan singular trastévere romano. Habríamos tropezado con algún adoquín, eso seguro, y habríamos tenido mucho que contar, y recordar, sobre todo eso.

france vespa

Ahora, desde una vida mucho más sistemática, poco variable y sensata en demasía, añoro como agua de mayo la frescura y espontaneidad que se excedía contigo. Porque precisamente era eso lo que ganaba a tu lado. Igual, algo yo te restaba, demasiado loco a ratos. Al final se comprende que la concordancia tiene algo que ver con todo eso.

Las personas suman, siempre suman, y te hacen sumar a ti. Más atrevido, más cauto, más valiente, más tú. Las personalidades se contagian a la velocidad de la luz.  En escasos segundos ya eres un poquito más o menos “tal”, ya has crecido los centímetros necesarios para atreverte a tal o cual cosa. Impulso es lo que acabamos dando.

Creo que cruzaré la famosa “Abbey Road” como un Beatle más a son de:

“And when the broken hearted people, living in the world agree, there will be an answer: Let it be»

«Y cuando las personas con el corazón roto, que viven en el mundo estén de acuerdo, habrá una respuesta: déjalo estar»

 

the beatles

Te estaré esperando.

Nunca jamás

Crecer da miedo. Ahora comprendo a Peter Pan, a campanilla y los niños perdidos. Yo también habría querido ir allí. Si es que estaba del todo claro. Segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer. Todo habría sido más fácil. Comería chucherías hasta dolerme la barriga, metería los pies en el fango y saltaría sobre él, una y otra vez, sin cansarme de hacerlo, embarrándome los zapatos, salpicando inocencia a cada paso, maravillándome de la simpleza de sumergir mis pies en tierra.

Mi mayor preocupación continuaría siendo poder aguantar la respiración al pasar por cada puente. Ella y yo. Observándonos, retándonos. La cara comienza a enrojecerse, falta la respiración, pero ya vislumbras el final. Un minuto más y todo acaba. Tú puedes, sabes que puedes. Y lo consigues. Sueltas el aire y comienzas ese inevitable proceso vital, inhalación y exhalación. Llenas tus pulmones hasta los topes. Te relames en el gozo que te produce la vida. Esa posibilidad de continuar, ese soplo de aire que delata, que testimonia la sensación de estar bien, todo está bien. Tú lo estás, estás aquí. Sonríes. Por fin puedes dedicarte en exclusiva a disfrutar del paisaje. Del azul del cielo. Del marrón de los campos. Del verde de su naturaleza. Y te sientes satisfecho, una batalla ganada. Un desafío conquistado.

olsen

Reconozco que a veces necesito un poco del “mare” o “casa” que solía utilizar en el escondite para designar a esa zona de confort, esa tranquilidad de saber que estás a salvo, fuera de cualquier intromisión, como un pause a la banda sonora de tu vida. Silencio. Tranquilidad. Poder sobreponerse al acaloramiento continuo, a la inestabilidad, a las sorpresas que se presentan sin ser llamadas. Al dolor de una pérdida. Al sufrimiento que conlleva un fracaso.  A la tristeza que se materializa después de cada adiós. A todo ese sabor agridulce que persiste en el poso de un recuerdo. A todo aquello que jamás nos atrevimos.

Fue el previo al partido el que nos engañó. El pensar que la mano en la pared podría detener el mundo. Y sólo hacía que detenernos a nosotros. Quizá hubiera agradecido un “corre y no mires atrás”. Porque la vida no se entiende, no se piensa, se VIVE y lo demás viene rodado.

Me ha costado muchísimo entender que no todos los actos son la consecuencia de algo hecho, dicho o vivido con anterioridad.  Algunos llegan sin explicación y se marchan de la misma manera. Vienen para abofetearte, para ponerte los pies en la tierra, para dejarte claro que tú no mandas. Y la única opción que te queda es salir ilesa de ellos. Encontrar la forma de levantar la cabeza y seguir soñando. No eliges el qué, ni el cuándo, ni siquiera el cómo. Pero si puedes elegir la forma de afrontarlo, esos puntos suspensivos que deciden un continuará.

“En lo más profundo del hombre habitan esos poderes adormecidos; poderes que le asombrarían, que él jamás soñó poseer; fuerzas que revolucionarían su vida si despertaran y entraran en acción” Orizon Swett Marden.

 

El país de “Nunca jamás” puede que no esté limitado a una cierta edad. Ni siquiera creo que disponga de prueba de acceso. Puede que simplemente se base en una elección. Una forma de aceptar que las cosas sucedan, que los años pasen, que las heridas de las rodillas también sanarán, y que esos puntos en la barbilla terminarán siendo una sencilla cicatriz con una apasionante historia que contar.

chica columpio

Hace unos días le pregunté a alguien qué tipo de cosas echaba en falta de su infancia. Me dijo algo así como: Ir al colegio y tener a primera hora gimnasia.

Primero me entró una risa de muerte, y segundo, esa simpleza me hizo reflexionar. Alguien escogió por nosotros que tal día a tal hora tuviéramos esa clase. No disfrutábamos de ese privilegio todos los días. Era un simple miércoles o un triste lunes después de un fin de semana que había pasado vertiginosamente y casi derrapando por nuestro lado.

Pero sabía a gloría. La exclusividad le aportaba ese matiz. Sólo hoy. Sólo en este momento. Si no hubiera sido así no lo habríamos agradecido. Lo habríamos percibido trivial.

Perder o no esa capacidad de asombro. Jugar como si nadie nos estuviese viendo, con lo bueno y lo malo, con lo mejor. Olvidar lo que nos hizo daño. Aprender a sobreponerse. Enamorarse como la primera vez. Simples elecciones. Ganas de más.

Escoger gimnasia, arte, física cuántica o cualquier otra que consiga apagar el botón de alarma.

Echar el freno de mano, sentir como va entrando a sorbitos pequeños toda esa libertad, esa sensación de flotar en las nubes, donde casi cualquier cosa puede ser posible.

“Y lo escogí a usted, sí, a usted, porque me di cuenta de que encontró mi punto débil, y fue el único que descubrió la forma para calmar esta alma indomable.  Lo escogí porque me di cuenta de que valía la pena, valía los riesgos… valía la vida…» Pablo Neruda

descanso carretera

Cualquier elección es válida, podremos volver a ella en cualquier momento, rehacerla, desarmarla y empezar de cero. Somos un mar de elección, incluso ese “nunca jamás” lo fue algún día, lo es hoy.

P.d. Siempre seremos un par de niños jugando a haber crecido.

Siempre

Alguien me lo preguntó una vez. Que si existiría en este mundo cambiante un “siempre” que pudiera tatuarse en la piel.  Jamás lo dudé. Me miró, sonrió y se quedó pensando.

Creo en la palabra, jamás y digo jamás he dudado de ello. Hay determinas cosas que simplemente son así… para siempre.

Siempre querré moverme al ritmo del tango. Con paso firme, decidida, predispuesta, dejándome llevar y llevando. Armándome de valor a cada paso, desafiando.  Que el baile es un poco como la vida. Tienes que moverte al ritmo que toca, saber escuchar y perderse, en las notas, en la melodía, en las pausas, en esos silencios que se perpetúan, en calles estrechas de pueblos perdidos, en palabras amables de gente desconocida. Que la amabilidad tiene pinta de llegar a extinguirse algún día si no hacemos nada.

baile pareja antigua

El otro día iba por la calle con las manos llenas hasta los topes, correa del perro que tira como si del fin del mundo tratara, bolsa inmensa de basura (mucho más grande que yo) aunque eso no es difícil, y otras bolsas de cosas que debía cambiar. Un hombre que venía de frente, sin yo pedirlo, se apresuró a abrirme el contenedor, y lo confieso, me sorprendí. Me quedé con cara de estupefacción y ganas de seguirle hasta donde quiera que fuese aplaudiendo, gritando y haciendo la ola. Pero seguramente con esa actitud no habría conseguido si no que otra vez saliera huyendo y evitara cualquier tipo de ayuda.

Es una idiotez, lo sé. Pero me hizo pensar en la escasez de gestos como esos, en como pasamos por la vida pensando en nosotros mismos, en esos absurdos “tengo prisa”, “puede hacerlo él mismo”, “en otro momento puede”, “quizá otro día”… Y toda esa retahíla de embustes que no hacen sino corroborar lo hipócritas que terminamos siendo. Excusas de mal pagador se dice por ahí.

No sé si seré una ilusa, o son estas ganas mías de que en el fondo el mundo no sea tan hostil como aparenta ser. Pero a pesar de los continuos actos del hombre que intentan desacreditar los episodios de bondad que otros dejan a su paso, creo como he dicho antes, que muchos SIEMPRES permanecerán inalterables a cualquier guerra que unos cuantos estén dispuestos a empezar.

Un ejemplo perfecto de ello es el amor que profesamos por lo seres queridos, por las madres, hermanos, padres o abuelos. Eso es para SIEMPRE, permanece incluso aunque ya no estén, aunque nos separen millones de kilómetros, aunque ni siquiera podamos encontrarlos y puntearlos en el mapa, no importa distancia, no importa tiempo, no importa qué continente o qué mundo, ni siquiera universo. Existe ese lazo rojo del que algunos hablan que nos mantiene unidos por siempre. Aquel, que a pesar de los enfados, las malas palabras, los gestos de rabia, consigue tirar de cada uno de nosotros para acercar posiciones, para enfrentarnos, mirarnos a los ojos y encontrar la infinidad de razones que nos mantienen cerca, para no dejar ir, para permanecer y quedarse.

pareja arena

No creo ni siquiera que se extinga cuando ya no estemos, cuando no quede nadie, creo que el amor en toda su plenitud es tan grande y potente como para derribar y atravesar cualquier dimensión, para persistir como una nube de algodón dulce por las partículas del universo.

Imaginarlo por un minuto. La constelación repleta de mullidos trozos de algodón de colores. Sería una bonita forma de dejar constancia de nuestro paso, algo así como “fulanito estuvo aquí y amó con todo su ser” y cuanto más grande fuera el amor que profesara más inmensa y bella sería la nube. Una bonita forma de quedar para SIEMPRE en un mundo aterradoramente veloz, por el que pasamos y dejamos huella.

Hay muchos tipos de huellas y prácticamente todas invisibles. Están las que dejamos con nuestras manos, en los objetos que tocamos, parecen etéreas, imperceptibles y al final son las más evidentes, las que pueden delatar cualquier acción. Pero luego están esas que dejamos en los demás, con nuestra sola presencia, como un rasguño en el corazón, prácticamente insalvable, una herida incurable y profunda que permanece aún cuando creemos salvada, olvidada o perdida. Pero jamás se pierde lo que se encuentra. Y, de pronto, escuece, tan fuerte que quema, que traspasa la piel, la perfora como rayos inmensos de fuego. Lo bueno de las huellas es que son como un libro abierto, una colección de recuerdos, el archivo de nuestra vida. Cada una delata un secreto escondido, el punto débil, el talón de Aquiles, la clave que nos hará reír o llorar, que nos hará volver.

Nunca he coleccionado nada. Sin embargo, cada vez soy más consciente de que la compilación más extensa que jamás podamos crear la atesora, con toda la predilección y apego del que es capaz, cada molécula de la piel para formar la historia más increíble jamás contada.

recuerdos

Y eso, precisamente eso, tal vez sea así, para SIEMPRE.