Tan cerca, tan lejos.

El perfume que creí olvidado ha vuelto a rebrotar entre tanto recuerdo vago. Estaba yo pululando entre esas estrechas calles del casco antiguo, y te sentí. No me niegues, no enmarañes de dudas esa certeza inmaculada. Supe de tu presencia desde el momento que pasaste frente a mí espolvoreando de realidad esa inusitada existencia.

mujer hombre se va

Tan real como las carreras a las que nos retábamos ansiosos por salir vencedores, y ahora lo sé, que me dejabas ventaja, que tu felicidad dependía de la mía, y aquellas aclamadas manifestaciones de vencedora lo significaban todo para ti. Minutos de gloria que me concedías para beneplácito mío. Pobre de mí, feliz inocencia.

Querías estar presente y yo esperaba que lo estuvieras. Aún lo espero, a pesar de la extraña distancia entre lo que veo y lo que siento.

Me sobrecogen este tipo de sensaciones. Me desconciertan los entresijos de nuestros recuerdos. Son capaces de ocultarse entre muchedumbre invisible y conseguir florecer en momentos inauditos, con esa imposibilidad asombrosa de vaticinio.

Puedo no recordar palabras, gestos, momentos, pero el aroma queda grabado a fuego en la piel, en la memoria, en el alma. Dan igual los años, las experiencias, incluso aquello que uno mismo pretenda olvidar, algunas cosas quedan en el subconsciente de forma intacta, se niegan a verse expuestos a las viles maniobras humanas, y esperan poder ser autárquicos a voluntad.

padre e hija

Espero que puedas seguir planeando infinitamente entre las sombras y maravillas de mi vida. Espero que puedas encontrar los resquicios que te hagan adentrarte en todo lo que me envuelve. Si esperas o buscas algún tipo de aprobación, por mi parte la tienes.

Yo te seguiré observando, cada noche, desde la oscuridad, con esa mirada de interpelación, de pregunta, de ansiosa curiosidad. Que eso no le he perdido, sigue patente en mí, a pesar de las veces que por fisgona me pille los dedos.  Que como bien se dice, la curiosidad mató al gato, ¿O fue la dejadez y la apatía? Sea como fuere, mi esencia seguirá siendo la misma, y mi codicia por descubrir subyacerá a viejos errores.

Te espero a pesar del tiempo, de la distancia, de la cruel realidad. Pero es que las evidencias son simples y yo demasiado compleja para aceptar obviedades. Así que me limito a creer lo que quiera, lo que necesito o espero, lo que busco, lo que encuentro.

Me sales al paso en la desidia pasajera. Es entonces, cuando lo sé, cuando estás, cuando siento. No podré dejar de creerte sin verte, no podré dejar de soñar con sueños, ni de arriesgar en esta disputa constante.

niña bici

Llámame loca, desequilibrada o chiflada. Solo yo sé lo que he sentido, y es inexplicable. Hay veces que sobran las palabras, uno siente y solo queda dejarse llevar.

Me dejaré llevar donde tú me pidas, donde fotograma a fotograma rememoremos la historia, donde me supliques quedarme. Las historias de todo cuanto fuimos quedarán para siempre, en un recuerdo nítido que perecerá solo cuando yo me vaya, cuando nos encontremos. De alguna forma, esa misma esencia queda patente en todo cuanto tengo y busco, en todo lo que espero de los demás y en todo aquello que algún día pueda volver a sentir.

Hay determinadas personas que centellean con una luz potente y dejan rastro por allá donde pasan. Son esas que te hacen volver la cabeza y suspirar. Las que entran a tu vida como un torbellino y quedan de alguna forma tatuadas en lo más profundo de tu alma. Se reconocen por la seguridad que emanan por cada poro de la piel, por el zigzagueante camino que dejan a su paso, lleno de afabilidad, de bondad, de una ternura exacerbada.

Para mi tú siempre fuiste así. A dos pasos por encima del suelo. A tres palmos de alcanzar la cima. Rozando las constelaciones con las yemas de los dedos.

Tan, tan cerca, tan lejos ahora, tan tanto.

chica foto

Ella

niña ballet tutu

Salgo decidida al escenario, sin ápice de indecisión, valiente, segura. El telón se abre, una expectación absoluta, silencio sepulcral e incalculables ojos escrutándome con la mirada, deseosos, impacientes. Un foco me ciega la vista por segundos. Voy intentando adaptarme a la luz, buscando entre las hileras de asientos. Y, por fin la encuentro, siempre lo hago. Ella.

La gente desaparece, la luz atenúa el ambiente, encuentra la óptica idónea. Para mí no queda nadie en la sala, ni ruidos, ni murmullos, ni sombras. A pesar de encontrarse la sala llena hasta los topes, mi única y exclusiva fijación la encuentro unos asientos más atrás. Con cámara en mano, emocionada, orgullosa, intentando captar y congelar el momento. Atesorar el recuerdo. Me saluda con la mano y me quedo tranquila. Ya puedo comenzar.

Siempre fue así. El pasar de los años no cambió nada, y es que hay cosas que es mejor dejar como están.

Siempre la quise impresionar, mi único y ferviente deseo era que ella me viera, que disfrutara de mí, que se sintiera feliz. Uno siempre intenta brillar con su propia luz, rebrotar entre lo común y sentir aprobación por parte de aquellos a los que uno quiere.

Adoraba el momento de bajar a toda prisa por el escenario y lanzarme a sus brazos, qué me dijera lo maravilloso que había sido y lo asombrada que estaba.

madre y bebe

Más adelante, una se da cuenta de las cosas. Siempre deseosos por agradar, por sentir reconocimiento. Y hay personas a las que no hace falta impresionar. Ya lo están, hagas lo que hagas, desde el primer minuto de vida.

Ella me quiso aún cuando no me conocía, cuando me sentía. Me quiere cada día más por lo que soy, incluso cuando yo no lo hago. Me conoce como nadie lo hace, cada cicatriz, cada mancha, cada lunar, cada huella que quedó y no se fue, cada abrazo que sentí, las taras que recosí a conciencia y todas las imperfecciones que se intentan ocultar.

Besó mis rodillas magulladas, mis ojos lagrimosos. Me infundió valor, y lealtad, a las personas que nos aman, a los que siempre están. Rezó por  mí, imploró por todo aquello que yo deseaba. Lo sigue haciendo, cada día sé que lo hace.

Me siento agradecida, bendecida, por todo lo que ella me da. Por su cariño infinito, por su saber estar. Es mi referente. Mi heroína. Mi punto de apoyo, el pilar que sostiene mi vida. Siempre pendiente de los demás, de satisfacer necesidades ajenas. De mirar por el otro, sin esperar. No sé de donde encuentra la fuerza, el tiempo que exprime hasta la última gota. La lucha y las ganas incansables, siempre a punto, lista, preparada.

madre e hija rulos

Todo lo que soy se lo debo a ella, y más aún, todo lo que no soy. Casi que por eso le debo más. Porque un niño puede llegar donde quiera, pero necesita apoyo, motivación, y eso jamás me faltó. También ella tuvo una buena maestra. Terminamos inconscientemente repitiendo exactamente aquello que vemos, incluso lo que prometimos no imitar. Somos un “copia y pega” de lo que hemos vivido.

No sé si algún día podré transmitir también yo algo del legado que involuntariamente me dejan. Pero también es verdad, y soy consciente, de que soy el resultado de retales del pasado. Mi historia y mis antepasados me definen. No provengo únicamente de mis exclusivas vivencias o desarrollo personal. Soy todo lo que otros fueron. Aquello que legaron, que pasó de padres a hijos, y hoy me llega a mí. Los valores, las costumbres, un hilo invisible e imperceptible que nos une, acumulan una esencia imperecedera e indestructible que sobrevive generación tras generación.

Soy parte de mi historia familiar, del gorgoteo del río que fluye sin más. Todo pasa, nada queda.

Hoy, necesito casi de forma imperiosa, hacerle un guiño al pasado. Honrar de alguna forma a los que ya no están, a los que intervinieron en mi crecimiento, a todos aquellos que, de alguna forma, me han hecho ser lo que soy.

Y, por supuesto, a ella, que cada día me recuerda que la felicidad depende de cosas tan sencillas como la familia. Gracias por contribuir a todo cuanto tengo, soy y seré.

madre e hija maquillandose