Parecía impensable.

La vida ha decidido retarnos, así, sin preguntas, sin porqués, sin medias tintas y con razones que jamás entenderé, ni entenderemos. Porque era tan mío como tuyo, tan nuestro que se mimetizaba en las sombras, en la piel que compartíamos bajo centímetros de plumón en la noche, en todos esos besos que nos dimos, que nos seguimos dando, en todo lo que creíamos tener y todo cuanto ahora nos falta.

pareja durmiendo mano

 

Parece que el destino, juguetón donde los haya, nos arrebató todos esos sueños que se esfumaron sin más, que quedaron sin luz, apagados y tristes, en mesitas de noche bajo manchurrones negruzcos y pañuelos de papel.

Y me pregunto que fue, qué motivo pudo haber, donde se marchó esa risa permanentemente ridícula que me mantenía ocupada a cualquier hora del día, la que se me perfilaba en los labios descubriendo una cara bobalicona y tonta, jugando al despiste, porque resultaba demasiado evidente, manifiestamente indudable. Demasiado todo.

Ahora nos quedan los rescoldos de un ensueño, las cenizas que juro por Dios creí inextinguible, pero las llamas prenden a la mínima fisura y absolutamente todo es inflamable, excesivamente insalvable. Y me quedo en el suelo, con las piernas cruzadas como si de un indio tratara, con las manos salpicadas de ese vacío que queda cuando todo se marcha, con el dolor de pecho que grita todo lo que otros callan. Y no hay razón, ni ya la busco, porque ni la evidencia más simple podría sofocar la complejidad de lo que se siente cuando el corazón estalla, cuando busca sofocadamente una explicación lógica o ilógica, mejor irreal.

mano pajaro

Creí que viví un sueño. Cada día que pasa es la confirmación de que fue real, la añoranza lo recuerda, el dolor también. Las lágrimas que luchan por salir a flote entre todo este mar de dudas, de incomprensión, porque cuesta entender el por qué y el por qué ya no, ya no será.

Ahora lo sé, que jamás había sido así de feliz, que las razones únicamente se centraban en ese todo, en ese nuestro. Y ahora queda ese agujero tan grande, tan inmenso que poco importa todo ya. Ya no importan las ilusiones que construimos a golpe de fantasías, cuando esa semilla perenne crecía dentro de mí, cuando con solo mirarnos lo decíamos todo, cuando nos sentía y la dejábamos sentir.

Y me niego a olvidar todo lo que tuve, porque algo tan puro y simple lo es también indeleble, imborrable y de alguna forma indestructible.

Nunca esperamos tener que encontrarnos en el tipo de tesituras que marcan un antes y un después. En aquellas que viven otros, que creemos ajenas a nuestra realidad. Pero de golpe y porrazo se presentan, sin aviso y sin preámbulo alguno. Y te aseguro que no llegamos a conocernos realmente hasta entonces. Porque uno puede, siempre puede. Puedes hoy, y podrás mañana. Y cuando crees no poder más también lo haces.

Y dicen que si el tiempo, que si nuevas ilusiones, que esto también pasará. Hablan de volver a empezar, de nuevos cuadernos con nuevas historias, de nuevas fechas en calendarios distintos. Un atisbo, un rayo de esperanza, un mañana, un quizá.

pareja baile bonito

Y sólo agradezco algo. Tú, a ti. Por seguir al pie del cañón, por demostrarme que cualquier problema se empequeñece si se comparte. Que dos siempre es mejor que uno, mirando hacía el mismo lado, sintiendo lo mismo. Que el amor surge y renace de cualquier espina, incluso de las que duelen y las que dejan huella. Que uno no sabe lo que tiene hasta que la situación más insoportable se presenta, y ahí te das cuenta, de las personas, de lo que significan y significas, de cómo en el dolor también hay amor, y como todo ese amor es reforzado y crece, florece hasta límites impensables.

Quizá

hamaca en bosque

Tumbada en la hamaca, en una de esas que cuelgas del tronco de un árbol, mientras observaba la grandiosidad e inmensidad del cielo, pensé en todas aquellas decisiones que desacertada o afortunadamente me han empujado al lugar exacto en el que me encuentro.

Las ramas, con sus consecuentes ramificaciones me impiden observar la bóveda en toda su plenitud, se interponen las unas con las otras, creando un paisaje hermoso, como cincelado a conciencia. Y, a pesar de no ver ese espacio en su totalidad, se que está, que planea entre nosotros, y de forma sigilosa y constante mantiene un raciocinio imperceptible para aquellos  incapaces de ver.

Quise imaginar cómo sería mi vida sin aquellas decisiones transcendentales que algún tomé. Y me di cuenta que no fue el tiempo el que cambio las cosas, sino mi propia determinación de hacerlo.

Quizá, sin la fuerza que saqué de no sé donde, aún me encontraría sumida en aquella relación tormentosa que mermaba poco a poco mis facultades, mis aptitudes de desarrollo y la personalidad que a día de hoy agradezco conservar y poder seguir fomentando.

pelo chica playa

Quizá, si hubiera decidido estudiar algo distinto, no habría encontrado la cantidad de inconvenientes y obstáculos con los que me encontré. No habría sentido esa frustración y ese desencanto que sufrí en mi primer contacto laboral, recién salida de la carrera, con todas esas ganas que tenía por demostrar competitividad y fuerza. Pero la fuerza me comía por dentro a cada paso que daba y me hacía chiquitita al comprobar que, muchas veces, lo que uno había imaginado podía no asemejarse en absoluto a aquello que es, o encuentra.

Quizá, sin ese desencanto no habría seguido buscando, intentando encontrar todo aquello que había imaginado, probando, desechando. Y no me di cuenta, que más allá de un trabajo idóneo, en el que me sintiera a gusto y realizada, huía desesperada por encontrarme a mí misma, mi lugar, mi razón y mi por qué.

Quizá sin esa cadena de sucesos no se habría emprendido nada.

Las ramificaciones eran la constancia de ese abanico de posibilidades. Tienes un camino, yo tengo un camino, lo sigues o no, pero tú decides.  En esa decisión siempre hay más de lo que uno cree, porque al llevarla a cabo también se rechaza algo, se da la espalda a otra vía paralela, quizá antagónica, distinta.

amigas bicis

Y pensé en lo paradójico del tema. En todas esas opciones que diariamente se presentan ante nosotros. En esos caminos que escogemos, en lo que dejamos atrás. Y contemplé esas ramas, unas con más recorrido, más cortas, más largas, más bifurcadas. Y parecía que las más extensas eran las que más habían errado o las que más habían cambiado de camino, eso les había hecho más intrincadas, más arduas, pero más bellas. Son más ostentosas, aparatosas e increíblemente sabías.

Y quise parecerme a ellas, porque uno crece con sus errores, con sus necesarios desaciertos, pero también con esas ocasiones que se presentan y quieres agarrar fuertemente para no dejarlas ir, para saborearlas en toda su plenitud.

Es más que probable que sin esa continúa toma de decisiones tú no estarías aquí. Y quizá seas uno de mis mayores aciertos. Uno mismo debe sentirse libre para amar, y la tarea comienza por dejar atrás las cadenas que aprisionan el alma.

Hoy, solo sé, que alguna parte de mi ser, conspiró fervientemente para asegurarse que cada (des)acierto me llevará a ti.

Respiro profundamente y sonrío, dejándome cautivar por aquello que acabo de descubrir, por los entresijos que la propia naturaleza traba a su antojo con sus propios fines.

Y, posiblemente, lo que más me satisfaga en este preciso instante, sea ser incapaz de imaginarme en otro lugar.

Contigo, con esto, con todo lo nuestro.

noah y allie