Reblandeciendo un corazón

Hoy, es un día de esos, en los que me siento frente al ordenador y las palabras se me amontonan en la mente. Quiero que mis dedos tecleen deprisa, que no se pierdan nada de todo lo que quiero escribir. Pero son más lentos. No pueden ir en consonancia con la rapidez con la que pretendo machacarlos. Y ya se sabe… Despacito y buena letra.

escribir cuaderno

Hace unos días fui al cine. Y no, no es una heroicidad ni un hecho destacable por sí mismo. Sin embargo, se me hace imposible no nombrarlo, dejarlo apartado a un lado como sí no hubiera importado. Porque lo hizo. Algo en mí cambió esa noche. Y no exagero. Lo escribo con el corazón en la mano (casi literal).

Me decanté Nos decantamos por “Antes de ti”. Y menos mal que así fue. Es una de esas películas que atraviesan en mil agujeritos el alma, como si rayos de sol estuvieran perforando en ella. Te dejan tocado. Machacado. Extasiado. ¡Y bendito sea!

Es una de esas películas que te dejan sin palabras. Suspiras con los créditos finales y, cuando terminan, necesitas de un buen estruendo y tiempo (bastante tiempo) para volver a la REALIDAD. Se hacen imprescindibles unos segundos para concienciarse de lo que allí acaba de ocurrir.

Es una lucha por parte de la protagonista entre su deseo y la aceptación del deseo contrapuesto de otro. Una batalla tremenda con la que lidiar sin perder la sonrisa, la humanidad, la belleza de la honestidad y la grandeza del amor. Una auténtica lección de vida.

Las personas necesitamos creer en el lado bueno de las cosas. Necesitamos imponer esa exigencia a aquellos que le son negados. ¡Y nos cuesta horrores aceptar la posición de otros cuando distan tanto de la nuestra! Cuando nos resulta imposible de ver, de creer, de entender. Nos aferramos a la idea de conseguir que vean la verdad a través de nuestros ojos. Que entiendan cómo nos sentimos o cómo amamos. Y no se puede debe intentar cambiar a las personas, lo único que se debe hacer es AMARLAS. Por lo que son. Con sus virtudes y defectos. Con sus decisiones, incluso aunque no las entendamos o compartamos. Con su coraje y el apego a aquello que desean. Somos seres únicos, independientes, con nuestros pensamientos diversos y nuestras circunstancias extrapoladas. No podemos juzgar a otros sin calzar sus zapatos, sin andar su camino, con sus obstáculos diferentes, con sus VERDADES, que también lo son.

pareja militar

Es complicado aceptar que alguien a quien amas decida marcharse. Sólo encuentras razones para que no lo haga, intentas por todos los medios hacerle ver las infinitas oportunidades que tiene, que cabeceé, que vuelva la vista atrás y consiga ver la luz y el brillo en las pequeñas cosas. Que se sorprenda con nuevas experiencias, emociones y sentimientos que creyera olvidados. Pero no hay nada peor que sentir que se carecen de POSIBILIDADES. Porque ya lo dice Will en su carta final “Saber que las tienes es un lujo”. Poder contemplar el horizonte sabiendo que no tiene fin, que se ampliará a cada paso, que crecerá con cada sueño, con cada ilusión, con cada esperanza. Tener la certeza que levantarás mañana pudiendo cumplir con lo deseado. Que vivirás, de una forma u otra, pero tu existencia quedará marcada por tus pasos, por tus decisiones y por la huella que decidas crear, pero al fin y al cabo es eso, VIVIR, respirar, oler, sentir, ESTAR.

Y a pesar, de que creas, con toda la fuerza de la que eres capaz, con una firmeza absoluta, sin titubeo, sin temblor al escribir, sin dilación, que puedes cambiar la visión del otro, su parecer respecto a su particular visión del mundo, no te equivoques. Lo mejor que puedes hacer es admitir sus verdades, su realidad. Ser capaz de sonreír ante la adversidad. Ante el temblor de piernas que pueda producirte determinada situación. La forma en la que decides vivir a su lado, quede lo que quede, la forma en la que decides admitir el hecho que te concome, será el que lo determinará todo.

Me gusta la sonrisa de LU, cada día, por todo, a pesar de todo. Me gusta su dulzura, su inocencia, su bondad. Me gusta esa necesidad de dar AMOR. De entregar sin esperar recibir. Me gusta que sin ella darse cuenta, con esa paciencia infinita, con esa magia que irradia, cambie la existencia de alguien que ya no espera nada. La espontaneidad, la empatía, la alegría que trasmite, son decisivas para reblandecer un corazón demasiado machado por una vida carente de ilusión.

Puede que con las muchas enseñanzas que trae consigo la película, me quede con esa. La autenticidad, la fe en las personas y las cualidades impalpables que uno sin saberlo va derrochando allá donde va.

Serena playa

El grano de arroz, la gota del mar, la sonrisa de complicidad, el gesto de apoyo, el silencio, la amabilidad… SÍ pueden cambiar el mundo, o mejor aún, cambiar el mundo de alguien.

¿Cara o Cruz?

– Los ojalá son para personas que viven en el pasado.

– ¿Y tú? ¿Nunca lo piensas?- Pregunté temerosa de que zanjara la conversación en cualquier momento.

– Jamás. Bueno, quizá en algún momento de mi vida lo haya hecho- Contestó mientras daba vuelvas a la moneda que tenía en sus manos-. Quizá lo esté haciendo ahora mismo.

jackie kennedy

Yo no dejaba de observarle. En sí siempre fue un misterio, de cabeza a los pies. Cabezón donde los haya y curioso a más no poder. ¿Peculiar? Sí, puede ser. Y decidido. Demasiado atrevido quizá para mí. Demasiado libre también.

Pidió una copa más y me miró, apoyado en la barra de aquél pub tan cutre. Con olor a juerga, a alcohol, a palabras que no se escuchan y miradas perdidas.

-¿Tú qué? ¿Vives así? ¿Con pocas agallas para lanzarte? ¿Con duda o miedo?- Dijo sin apartar la vista de mí.

-No- contesté repentinamente- Sí. Bueno, a veces, ya sabes, todos en cualquier momento de nuestra vida cabeceamos, insistimos en lo imposible y dejamos atrás oportunidades por miedo. Yo también soy así. Puedes incluirme en tu lista de casos perdidos.

-Nunca te incluiría ahí.

Miró la moneda por última vez y la lanzó en el aire. A pesar de la velocidad que cogió y la suciedad del suelo la localicé al instante.

-¿Cara o cruz?- Preguntó sin tiempo a que me recompusiera de aquella situación tan imprevisible.

– Cara- Repliqué sin más preámbulo.

Me asustaba. Definitivamente lo hacía. Al mismo tiempo que creaba en mí un sensación de excitación difícil de explicar. Unas ganas tremendas de más. De que no callara, de que no se fuera, de que él mismo decidiera quedarse. Enseñarme, hablarme, provocarme.

pareja icónica

-Tienes que prometerlo, ¡Promételo!- Insistió.

-¿Pero el qué?

-Tú hazlo y calla, ¡Arriésgate por una vez en tu vida! Sin cuerda, al vacío. Sin saber dónde terminarás o qué será de ti.

– ¿Y si no me gusta lo que encuentro?- Pregunté agobiada. La situación comenzaba a superarme. Odio estar entre la espada y la pared. Siempre lo he odiado.

Bajé la mirada y no vi nada. Sólo mis zapatillas desatadas y toda esa paparruchada que estaba soltando en busca de una excusa. Perfecta para huir. Para no atarme, como mis zapatillas. Libre como él. Como las dudas y el miedo. Esclava también de todo eso. Ingenua de mí.

-Lo prometo- murmuré casi para mí.

Él sonrió. Un mechón de su pelo rizado caía sobre su frente. Barba descuidada de un par de días y mirada profunda, como sus palabras, que sin él saberlo cambiarían algo para mí.

-Ya lo has hecho, te has comprometido a algo. Y las palabras son importantes. Sobre todo las que uno se dice a sí mismo. Esas son las más peligrosas, porque sin darnos cuenta se tatúan en el alma y nos impiden o nos hacen trepar tan alto para alcanzar las estrellas. No importa qué pasará o qué consecuencia tendrá. Importa este momento. La promesa que te has hecho, que me has hecho. Importa tu decisión a arriesgar, a no quedarte con los brazos cruzados y dejarlo pasar. Era este momento, pero no por mí, ni por un empujón que cualquiera pueda darnos, sino por ti, exclusivamente por ti.

No podía apartar la mirada de él, y mis oídos no querían escuchar nada que no fuera su voz. Las personas así enamoran, no conquistan para un rato, no aparecen y se marchan. De alguna forma se quedan para siempre. Aunque se marche lejos. Aunque no volvamos a saber del otro.

pareja barra de pub

-Y ahora, ¿qué?- Insistí con ganas de más. Siempre de más. Ya no podía retroceder, ya no podía huir ni lo quería. Era mirar al frente, la moneda, los sueños, las ganas dormidas, temerosas, impacientes…

-Compruébalo- Me retó-. Ves y compruébalo, corre.

Y no me lo pensé. Me abrí paso entre la gente ajena a todo. A nuestro mundo. Y la vi. Cara. Había sido cara. La cogí y la apreté entre mis huesudos dedos. Tenía que saber que pasaría. Y me dirigí a él. Tenía que verla. Existía un 50% de posibilidad y me había escogido. Mi elección.

Y él ya no estaba. Se había marchado sin más. Una servilleta de papel envuelta.

“No importaba para qué. Pero ahora es tu excusa. Hazlo”

Y tenía razón. En el momento en que decides lanzar la moneda, apostarlo todo a un número, a una cara o a lo que sea, algo en ti ya ha decidido qué, cuándo y porqué.

Llámalo como quieras

Dicen que las oportunidades se presentan sin avisar. Que hay que estar alerta, porque cuando lleguen tendrás un promedio de dos segundos para lanzarte a ello. No habrán pausas, ni siquiera se te concederá el minuto de gracia. Será ese momento o no volverá a ser. Te quedarás con cara de bobo, con las maletas apelotonadas en tus pies mientras el viento revuelve tu cabellera y el tren que no cogiste pasa a una velocidad de vértigo que te impide ver con claridad todo lo que ya no podrá ser.

buen viaje

Te culparás. ¿En qué maldito momento? ¿A qué maldita hora? Pero será tarde. No habrás sido lo suficientemente rápido para abalanzarte a él. Te perderás pensando las manos que te harán falta para embarcar el equipaje, sin saber que lo verdaderamente importante estará dentro, que no hace falta más que la muda que llevas y un salto bien grande que consiga meterte dentro sin dilación.

No es la vieja estación de tren. Al igual que no es el destartalado reloj que cuelga de la pared. No será el tiempo que tardaste en llegar. Ni los minutos perdidos acordonándote los zapatos. No fue aquel amor. Ni siquiera los que vendrán. No fueron excusas. Fue más bien el miedo que te impidió avanzar. Las razones que quisiste encontrar. Fue la balanza de “lo que soy” y “lo que me gustaría ser”.

Es esa milésima de segundo que parece extenderse en el tiempo, que consigue paralizar tu mente. Es esa fracción de segundo por la que pasan miles de fotogramas con su particular visión de los hechos, y sus consecuentes viñetas anexas de futuras consecuencias. Es esa perfección y ese miedo al fracaso, al error que puede conducir a un perpetuo arrepentimiento.

Pero ya escarmenté una vez. Te arrepentirás de todo lo que te hayas perdido, de nada más. Porque lo hecho devengará en un logro o un mero aprendizaje.

Muchos dicen que las oportunidades. Creo que yo me quedo con las LOCURAS. Esas por las que mueres de risa al recordarlas, las que hacen sonrojar tus mejillas o las que te hacen llorar como si no hubiera última vez. Son esas que compartiste, que quedarán guardadas bajo llave en el cofre de “nunca saldrán de aquí”. O aquellas que salieron como una fecha del corazón, un impulso insensato y que tú mismo siempre negarás.

Las mejores son las que no se piensan, porque si se hace dejan de serlo. Son esas que al recordarlas te avergüenzan, las que hacen preguntarte ¿De verdad fui yo? ¿Y lo hice? Porque por mucho que quieras aparentar y dar a entender que simplemente devino de una enajenación transitoria y que por el jamás de los jamases volverás a repetir, sabes que mientes, que un mini tú se reconcome por dentro de la risa y te dice que te gustó, que acertaste, que lo que va delante no te lo quita nadie.

risa

Todos las tenemos. Al igual que aquellas que no hicimos. Y confiésalo, esas duelen infinitamente más. Se quedarán ya para siempre en el montón de lo que pasó de largo, y da mucha rabia, porque las tuviste en tus manos y las dejaste caer. No puedes volver atrás ni puedes hacerlas ahora, fueron entonces y ya no son.

La mayoría van ligadas a un periodo de tiempo, las circunstancias cambian cada vez que la aguja del reloj avanza, porque ya sabes, nada se detiene, ni siquiera todo lo que esperas hacer. Los años cambian la perspectiva de las cosas y las situaciones, y lo que en ese momento pudo haberse hecho con los ojos cerrados ahora no es más que un imposible.

Lo hubieras hecho, si volvieras atrás lo harías. Ahora todo es diferente, el color ha cambiado y las personas también, incluso tú lo has hecho.

Ahora mismo la tienes en mente. Sabes perfectamente de lo que te estoy hablando. No sé si será él. Si un par de besos no le hubieran hecho daño a nadie. Si fue el trabajo absurdo que no te atreviste aceptar. No sé si fueron las ganas de salir corriendo, pero algo te frenó los pies, y ahora hubieras sido más valiente, más libre. No sé si fue aquel avión que voló sin ti. El que te dejó vacía y sola, con billete de ida entre las manos, y sueños que finiquitaste a golpes de “sí o no” en una butaca negra de un aeropuerto aún más negro. No sé si fueron las palabras que no salieron de tu boca o aquella indiferencia que escogiste mostrar, y que poco a poco te consumía el alma. No sé si fue esa infinidad de veces que cogiste el teléfono, marcando una y otra vez el número para colgarlo al instante. No sé si fue la maldita canción o aquellas palabras que salieron de no sé donde las que frenaron tus pies, las que cortaron tus alas y las que atestiguaron ese infructuroso saco de “posibles”.

chicas coche amigas

“La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma, que cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca” Heinrich Heine.

Y es que a veces, solo a veces, lo que comienza con un simple trastorno, o llámalo como quieras, puede terminar siendo alguno de los mejores recuerdos.

Vuélvete loco un rato. Vuélveme a mí contigo.

P.d: La locura siempre nos llevó a amarnos un poco.

Momentos, aquí, allí.

El otro día me sorprendí a mi misma de mal humor, no es que nunca lo esté, todos tenemos momentos así (el que esté libre de pecado que tire la primera piedra), pero me di cuenta de lo infundado del motivo y toda la mella que esa absurdez estaba creando en mí.

El motivo no era otro que pasarme todo el día con un pelo horrible, con una electricidad espantosa que incluso me cabreó, ¡sí! mujeres del mundo ríanse, pero confiesen, se han encontrado en situaciones similares muchísimas veces. Algo tan absurdo como el pelo parecía determinar mi día, y lo peor es que mi actitud frente al problema no era otro que acrecentarlo.

mujer aire frio

Sé que millones de personas se cabrearían solo con leer este tipo de comentario, y yo soy la primera que lo hago. Hay montones de problemas en el mundo y vivimos tan sumidos en nuestro ego y nuestro “yo” que nos olvidamos.

Hoy quería recordármelo y recordárnoslo. Dejar a un lado los insignificantes y alarmantes problemas del “primer mundo” para fijar la mirada en aquello que ciertamente precisa de nuestra atención.

Hoy quería hacerle un guiño a todas las personas que pasan por momentos difíciles y aún así encuentran motivos para sonreír y ver las millones de cosas buenas que ofrece la vida.

Ahora mismo hay personas luchando por su vida, intentando ganarle la batalla al horror y a la injusticia, haciéndose su hueco en el mundo, reclamando aquello que les corresponde y debería ser incuestionable.

Mientras escribo esto, montones de niños andan cada día varios kilómetros para buscarse la vida, encontrar algo que llevarse a la boca e incluso agua potable para beber. El derecho a su educación es nulo, no existe esa opción, pues la situación en la que se encuentran no deja cabida a este tipo de secundarias necesidades. Para nosotros esto es inapelable, ni siquiera dedicamos minutos de nuestro tiempo a pensar en ello, es algo que viene dado, necesario e innegable.

niña barco

Este tipo de problemas los vemos lejanos, no es algo que visualizamos diariamente y en nuestro entorno cercano, lo vemos a través de plasmas con home cinema y resoluciones de alta calidad.

Con esto, no quiero que nos sintamos mal por todo lo que tenemos, es de agradecer, sin hacer absolutamente nada se nos concedió el mayor premio jamás dado, la posibilidad de nacer aquí, rodeados de todo lo que nos envuelve, con todas esas posibilidades de cambio y con eso a lo que llamamos “futuro”.

Nuestro otro gran preciado regalo es la salud, estar sano lo implica todo, con salud todos los problemas se vuelven diminutos pues tienes en tus manos la virtualidad de poder cambiarlos, de hacerles frente. No somos conscientes del todo y lo valoramos cuando nos falta, como casi todo.

Por eso y por millones de razones más hoy doy las gracias. Porque es de buen nacido ser agradecido.

Y como no, toda mi admiración, respeto y apoyo a todas esas personas que no se encuentran en su mejor momento.

Estamos aquí y mientras eso siga así, todo será posible. No pierdan la fe.

mujer misteriosa

Perspectivas

Chaparrón de realidad. Sucede en milésimas de segundo, mientras te distraían otros planes. Y se hace presente. Ocurre y molesta, porque no lo esperas, porque no lo deseas, porque pellizca tan dentro que duele, que deja huella, herida y posiblemente una costra bien grande.

chica lluvia

¿Y por qué yo? Y revisas una y otra vez el currículum de tu vida, desplumas y les sacas el polvo a los aciertos y desaciertos. Porque los tenemos, es inevitable, al igual que las cosas que ocurren. Intentas buscar el por qué a algo que no lo tiene. Y pactas con Dios, le suplicas piedad e inconscientemente te viene a la mente engatusarlo con alguna frase del tipo: Si al final no ocurre prometo…

Un cambio de intereses mutuos. Es el argumento que esperas defender. Cruzas los dedos para vislumbrar la media sonrisa y la aprobación en sus ojos. Pero no llega. Y esperas, siempre queda esperar.

La paciencia nunca fue mi fuerte y soy consciente que lo bueno requiere tiempo, que la comida a fuego lento sabe mejor y que el paisaje se disfruta a cada paso que das.  Pero el aquí y ahora ha reinado mi vida a lo largo del tiempo  y me cuesta endemoniadamente adaptarme a la dilación y al transcurso de las cosas, las pautas, los stop que hacen bajar la guardia y la bofetada que alimenta el ego y enmudece al instante.

Las cosas tampoco son siempre como uno las ve. Casi siempre, resultamos afanosos ante los acontecimientos, nos cubrimos los ojos con nuestras propias manos y andamos cegados, en todo lo que creemos saber. Y que nadie te diga lo contrario, porque te sientes con el derecho de queja, de llanto, de dolor. Y muchas veces no es más que perspectiva, que cambio de posición, de ver más allá.

amigas pelo

La mayoría de veces, por no decir todas, construimos muros a nuestro alrededor creyendo que aquello que dejamos dentro es justo cuánto necesitamos. No vislumbramos más allá de nuestra propia sombra, cabeceamos ante lo que contradice aquello en lo que estamos seguros saber, y ¡Nos perdemos tantas cosas!

Yo lo tengo claro, me rindo, abandono al enanito gruñón que me susurra todo lo que cree que ocurrirá, el que siempre se adelanta a los hechos, el que me hace suponer y situarme en las peores coyunturas, el que me amarga sin motivo y por cualquier causa. Lo destierro al país de los “nunca” jamás. Que lo encierren en la mejor de las mazmorras, ahí bien calladito, aprendiendo la lección, copiando miles de veces un “por el jamás de los jamases”.

Al final, todo ocurrirá a su debido tiempo, y tanto si sale bien como si no, habrá solución, siempre la hay, es solo que determinadas palabras y pensamientos trastocan todo cuanto imaginamos o esperamos y se nos desbaratan los planes, se nos hacen añicos y a nadie le gusta ver sus sueños hechos trizas.  Pero precisamente por eso existe la reconstrucción, la capacidad del borrón y cuenta nueva del que tanto nos hablan. Por algo amanece cada día a pesar de las nefastas noches pasadas. Por algo marcamos en el calendario el 1 de Enero como inicio de algo, por algo festejamos el 31 y abandonamos y desojamos todo lo que dejamos atrás. Por algo existen las páginas en blanco, por algo escuchamos el eco de la voz…

Nuevas ideas, nuevos proyectos, nueva ambición, nuevas soluciones y resoluciones. Estamos hechos para crear.  Se dice, que en los momentos de crisis es cuando surgen las ideas más brillantes. La comodidad de lo ya dado nos limita intelectualmente, nos predispone a una situación sine qua non de conformidad, de linealidad. La variabilidad es desafío continuo, es transgresión. Es la capacidad de levantarse, pensar, creer, resurgir de unas cenizas. La intención de romper con todo, de atreverse a todo.

chica feliz

Con esta reflexión no pretendo nada. Es una forma de autocrítica personal,  de pararme un momento a recapacitar y darme cuenta que en infinidad de veces, de lo peor sale lo mejor, y aún así, lo peor no es por ello lo que me espera o nos espera.

El tiempo, así como la forma de enfrentarnos a lo que venga, será el fundamento para el cambio en las cosas. Fácil y sencillo.

Punto de inflexión

Es frustrante intentar ayudar a alguien que no se deja. Todos queremos dárnoslas de autosuficientes, de poderos, de autónomos frente a todo tipo de situaciones. Y, sin quererlo, se nos va de las manos, escapa a nuestro poder y termina produciendo completamente el efecto contrario. Porque admitámoslo, no somos dioses, ni máquinas capaces de soportar todo lo que venga, no estamos programados para seguir mirando al frente en situaciones que nos vencen, que nos hacen bajar la guardia y vernos desprotegidos, sin salida, sin ningún tipo de apoyo ni motivación.

chica lluvia equipaje

Permitamos y toleremos el punto de inflexión, el hombro donde llorar o los brazos a los que agarrarse. Eso no implica debilidad, seamos conscientes de una vez. Somos seres humanos, a lo largo de nuestra vida caeremos millones de veces, tropezaremos con las mismas piedras una y otra vez, nos equivocaremos y volveremos a recaer. Pero eso es así, es parte de la vida, del aprendizaje que se nos deja a cada paso que damos. No somos menos ni más superando los problemas solos o enfrentándonos a ellos desde el silencio, la desesperación y la angustia,  ¡Basta ya de martirizarse! No nos harán santos ni nos rendirán homenaje, no alzarán un busto en la plaza a nuestro nombre y, ten por seguro, que la soledad frente a la exasperación no hará sino más mella de la que ya por sí misma produce.

Es complicado estar frente a una situación siendo consciente que tus actos no cambiarán nada, ni las palabras, ni los consejos que han sido pedidos, ni siquiera esos.

Hay personas que eligen el bucle del que no quieren salir. A pesar del dolor que les cause se agarran a él como si les fuera la vida en ello, como si su esencia o su razón dependiera de eso mismo. No ven salida porque no la buscan y buscándola reinciden en ella persistentemente, volviendo de nuevo a la raíz del problema. Se quejan y de alguna forma son conscientes de su situación, de su desgracia, del deterioro que causa en sus vidas, y aún así, sabiéndolo, vuelven a olvidar lo vivido e insisten en aquello que jamás marchará. La historia se repite una y otra vez, el guión no cambia si los personajes siguen siendo los mismos, pensando y percibiendo las cosas de la misma forma. Pero algo he aprendido ¡Hay tantas formas de sentir! Y no todas ellas lícitas, sanas u honestas, o sí,  depende para quién y cómo. Dios, ¡Resulta tan difícil!

pareja en brazos lluvia

También soy consciente que los consejos siempre resultan más sencillos de dar desde una perspectiva externa, que uno no sabe lo que dice hasta que lo vive, hasta que lo experimenta en sus propias carnes, hasta que la tesitura queda igualada y se ve de lleno metido en una circunstancia desconocida, con las botas hasta arriba de fango y la cabeza revuelta de dudas. Sé que la seguridad queda relegada a un segundo plano cuando la confianza queda anulada, cuando intervienen más sentimientos que razones.

Pero también sé, que por encima de todo necesitamos y buscamos bienestar, la tranquilidad de saber que vivimos y somos de acuerdo a unos principios, a los nuestros, no a los de otros. Sé, que por encima de cualquier cosa estamos cada uno de nosotros, no con nuestras circunstancias ni con nuestras elecciones, sino pura y llanamente “nosotros”, cualquier cosa se vuelve secundaria ante algo tan transcendental como uno mismo.

Hay veces que es mejor callar y esperar, a que uno mismo reaccione, porque todos necesitamos tiempo, no se contabiliza por días ni años, es ilimitado y cada cual requiere el suyo. La protección para aquellos que nos importan es instintiva e imposible de eludir. Pero debemos ser conscientes de que cada cual somos seres individuales, y por ello necesitamos reaccionar por nosotros mismos. Encontrar el momento, nuestro momento, de decir ¡Basta! O ¡Hasta aquí! Será la mejor dosis de ayuda y superación. La que uno mismo elige.

amigas riendo

Por eso, y por infinitas razones más permaneceremos al lado, no delante ni detrás, no por encima, sino codo con codo, para que cuando vuelva a repetirse la canción de siempre estemos ahí para sostenerles, para ampararles en los momentos que prometerán no volver a repetir. Serán cuando más nos necesiten y les necesitemos. El amor, en todas sus variantes posibles, también forma parte de eso.