Extremos

pareja feliz

Soy de extremos, lo sé. Si se besa se hace fuerte, hasta que se desencaje la mandíbula si hace falta. Si hay que bailar se baila pero hasta el amanecer, como en una película de esas que te dejan medio bobalicona babeando en la pantalla y pensando eso de “¿Y cuando yo? ¿Y cuando a mí?”, esas en las que bailan como si no hubiera mañana, en una playa paradisiaca, con lucecitas en las palmeras, con antorchas en la arena, y tú ahí tirada, en medio de la nada, tarareando al mismo son que la canción que se escucha a lo lejos, que parece susurrarte y contarte todo aquello que prometiste no escuchar, porque tú no eres romántica, ¡Qué va!, y a ti esas cosas no te van.

Estás como bien he dicho, en el ojo del mundo, del tuyo, en el lugar exacto donde todo se puede, rodeada de nada, compartiendo silencios. Y tú, como si nada, ahí sigues, continúas hilvanando estrofas, reproduciendo frases, deleitándote y dejándote llevar. Pero al fin y al cabo, en la nada no hay más que nada, ni luces, ni antorchas, ni música que sale de ningún sitio. Y, además, esto no es más que una acumulación de insensateces que ni siquiera compartes.

Pero sí, si tengo que bailar lo hago así y solo así.

baile en la playa

Cuando hay que amar se ama, pero contra todo, con espada en mano, preparado para derrotar a piratas y corsarios, a cual espadachín tenaz, haciendo piruletas y asombrándote por tu valentía y asentada templanza. Se ama hasta el límite de la locura, aunque para ello tengas que exponer tu corazón a las infames o mezquinas manos de un desalmado. Se ama hasta quedarse seco, hasta exprimir a más no poder el alma, la voluntad, la conciencia, las entrañas.

No concibo el amor de otra forma, porque si no se ama con todo tu ser, no es amor, llámalo como quieras, pero la realidad es que solo tiene sentido cuando hay fanatismo, demencia, inclusive enajenación sana. El amor puede que se mida por sus locuras, por sus dramatismos, por sus “contigos ni sintis”, por “juntos por siempre jamás”, por “ahora o nunca”, contigo o con nadie más.

pareja lluvia

Por eso te pido, si vas a quererme, quiéreme mucho. Quiéreme con flores al despertar, con mensajes ocultos en los bolsillos, con frases robadas de canciones que se ven distorsionadas por palabras que profieres de tus labios, que inventas, que manipulas, por verme reír.

Quiéreme de manera sana, de forma inaudita, extraordinaria. Quiéreme hoy y mañana. Quiéreme cuando estalle de celos o de rabia, cuando grite sin motivo y por cualquier cosa, quiéreme cuando menos lo espere, cuando te necesite y cuando no, cuando te busque, cuando te encuentre.

Quiéreme en el silencio de las noches, cuando los focos se apaguen, cuando el telón caiga, y yo me encuentre perdida, desorientada, triste y desamparada. Cuando ni siquiera queden motivos, cuando haya que reconstruirlos. Quiéreme en los aplausos, en las pausas y en los silencios.

Quiéreme de mil maneras posibles, y cuando todas se hayan agotado, sigue queriéndome como solo tú sabes.

pareja railes


20 comentarios sobre “Extremos

  1. Amo los extremos, pero también todo lo que hay en medio, pero efectivamente terminando en extremos, porque estos son intensidad, complejidad, entrega absoluta, pasión…siempre a nuestra forma y con nuestros propios e íntimos extremos, yo soy en realidad muy extrema en el amor y por mucho que puede querer a alguien cuido esa parte en donde nadie mas puede estar mas que el ser que amo…Hermosa Entrada!

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    1. No podría haber descrito mejor todo lo que aportan los extremos… me sumo a lo dicho. Lo que se encuentra en medio nos aporta tranquilidad, estabilidad, que de vez en cuando viene muy bien, pero el extremo es locura, sentimiento a flor de piel, saber exprimir hasta el último instante.
      Gracias por comentar, me alegra saber que te ha gustado.
      Besos 🙂

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