Distintos

Pocas cosas me producen más nostalgia que volver a un lugar en el que ya he estado y no ha cambiado (al menos de forma perceptible), para darme cuenta de lo mucho que lo he hecho yo.

distantes

No sé si será el transcurso de los años, las experiencias o mi sensiblería la que me produce esta sensación melancólica ligada a una añoranza brutal de todo lo que pasó. Aún sabiendo que lo mejor siempre está por llegar. Y siendo consciente, casi de forma exacerbada, que el hoy que me regala tanto, es un tesoro del que no quiero desprenderme y deseo atesorar hasta que se me resbale de entre los dedos y termine una vez más, postrado en la alacena de mis recuerdos.

Un profesor mío, nos dijo una vez, que jamás volveremos dos veces al mismo lugar. Y siendo irrefutable esa premisa, tengo la sensación de que el tiempo transcurrió para todos y obvió el hecho, de que este espacio en el que me encuentro, ha sido bendecido con la virtud de lo eterno, lo imperecedero e infinito. Puedo decir, que todo, absolutamente todo, se encuentra exactamente igual a como lo recordaba. Incluso el aroma, la sensación de libertad, de encontrarse en la cúspide de la cima, contemplando el mundo desde un lugar privilegiado. Siendo esa hormiga diminuta capaz de visualizar el horizonte. Sin reglas. Sin horarios. Sintiendo la paz que muchas veces nos es negada. Naturaleza. Silencio. Soledad.

chica campo

Inspiro lentamente intentando capturar todo el aire que me envuelve. Sentirme parte del momento que intento acaparar. Grabar el instante en el álbum de mis memorias. Sé que todo cambia, yo también lo hago. No sé exactamente que me trae aquí. Quizá la necesidad de reencontrarme con una parte de mí de la que apenas queda nada. Mucho más vulnerable, menos reflexiva y más arriesgada. Porque es así, también fui mucho de lo que no soy. Por suerte o por desgracia todo se posiciona de forma distinta creando la misma belleza inigualable. Una transformación necesaria para el alma. Puede ser madurez, serenidad o raciocinio. Pero siempre quedará un atisbo de esa granuja sin miedo. Que se entregaba sin condición. Que luchaba sin descanso aún con las puertas cerradas a cal i canto. Aún sabiendo que el sopapo estaba garantizado. ¡Bendita inocencia! Maldito orgullo, vanidad o condescendencia. Los ojos se vuelven más claros a la vez que el corazón se embarra. Y, ¿De quién es la culpa? De los rasguños del alma. De las heridas que jamás cicatrizarán. Del miedo a volver al error. De la falsedad que cobija una verdad impura, desleal a lo que la razón busca.

Pero existe un pequeño tragaluz en las entrañas, que deslumbra con fuerza cuando las sombras se marchan. Que nos evoca los sueños que algún día tuvimos. Que sin saberlo seguimos teniendo. Quizá menos cuerdos, más huidizos e imposibles. Pero tan reales que se clavan como dagas en una piel con recuerdo, con una reminiscencia que fluye a la mínima ocasión. Que salpica dejando manchas inverosímiles, inviables e insuperables.

Porque no lo negaré, sentada sobre estas piedras tuve sueños. Sentí cosas distintas a las que siento hoy. Soñé con palabras que nunca pronuncié. Y tuve miedos que más tarde sorteé con pulso firme. Y ahora estoy aquí. En el mismo punto de partida. Dos corazones latiendo con fuerza, una ilusión que crece sin medida. Y me siento afortunada. El gozo no me cabe en el pecho y siento que poco más y exploto. Siempre lo he sabido. La felicidad es esto. No puede ser otra cosa.

Hoy también me iré. Dejaré aquí mis pensamientos, como quien los deja en una botella y los lanza a la profundidad del mar. Dejaré aquí una huella inapreciable para otros. Y como siempre, esperaré volver. Uno nunca sabe cuando lo hará, pero sí la intensidad con la que lo estará esperando.

chica album

Son muchos años ya, muchas personas y un mismo lugar. Pero toca volar por otros cielos. Sucumbir a las profundidades de lo nuevo y dejarse impresionar. Nuevo mes. Nuevos proyectos y nuevas ilusiones. También viejas glorias renovadas. Seguiremos al pie del cañón. Esperando parajes en los que perderse o volverse a encontrar. Porque siempre lo he sentido así. Septiembre es el folio en blanco. La libreta nueva. La agenda escolar impoluta. Los libros forrados. El material que con mimo preparamos. Son caras nuevas, otras con las que nos reencontramos. Es el punto y aparte después de una pausa merecida. Es, al fin y al cabo, un inicio de año. Un renove para empezar de cero. Sin vicios. Sin sombras. Sin miedos.

¿Comenzamos?